El ordenamiento constitucional vigente y las reformas propuestas (8)


Luego de lo que hasta aquí­ llevo dicho, considero necesario precisar que así­ como la introducción a mi exposición define y enmarca su contenido y desarrollo, los apartados 2 y 3 (estructura y superestructura y examen del ordenamiento constitucional guatemalteco de 1945 a la fecha), son el referente obligado y punto de partida para la definición de las transformaciones a convenir y legitimar a través de la ví­a constitucional.

Ricardo Rosales Román
rosalesroman.cgs@gmail.com

Además de lo anterior, lo expuesto en el apartado 4 (los nuevos y valiosos aportes que en lo jurí­dico en general y en lo constitucional en particular se están dando en varios paí­ses hermanos de América del Sur y el Caribe), y la realidad y condiciones concretas de nuestro propio paí­s, confirman la validez y necesidad de contar con un ordenamiento constitucional nuevo, superior al vigente, que corresponda al cambio de época que caracteriza a este siglo, y legitime los cambios que Guatemala necesita en lo económico, polí­tico, social e institucional.

En consecuencia, el camino a seguir y mi posición ante las reformas propuestas por proReforma y la bancada Lider la sustentó en los siguientes puntos:

1) Las propuestas no superan la precariedad, agotamiento, caducidad y crisis del ordenamiento constitucional vigente. Al contrario, reproducen, acentúan y perpetúan su precariedad, agotamiento, caducidad y crisis.

2) No van al fondo de los cambios institucionales que hay que promover a fin de cambiar radicalmente la realidad del paí­s, la Nación, el Estado y la República, instaurar un ordenamiento constitucional nuevo, avanzado, superior al actual, que garantice y asegure el desarrollo y bienestar, la prosperidad, el progreso y la equidad, la justicia social e inclusión, y elimine toda forma de racismo y discriminación.

3) Suponen un retroceso más en el ordenamiento constitucional actual y en nada cambiarí­a lo de fondo que hasta hoy se ha institucionalizado de hecho; y,

4) La formalidad constitucional no es lo que hay que reformar. Hay que cambiar a fondo lo sustantivo para, a su vez, iniciar las transformaciones que abran paso a los cambios profundos a la agotada, caduca y obsoleta estructura económico-social y su superestructura.

5) A manera de conclusión: una propuesta a considerar. En conclusión, puede decirse que podrí­amos estar arribando al momentoerar que con las recon, URNG.e 1996. (e que adolecen los procesos electorales, la participaciiene en aprobar los co de refundar el Paí­s, la Nación, el Estado y la República.

Institucionalmente se refunda lo que se asienta sobre cimientos endebles, inconsistentes, insostenibles, no previstos para soportar el paso del tiempo y el curso de los acontecimientos. Es lo que sucede con nuestro ordenamiento constitucional en sus principales componentes: la integración y estructura conservadora de los Poderes del Estado, sus instituciones, atribuciones y funcionamiento, el excluyente y discriminatorio ejercicio del poder polí­tico, ciudadano, social y popular y, sobre todo y en lo fundamental, el modelo económico impuesto.

La Nación guatemalteca es una Nación multiétnica, pluricultural y multilingí¼e y, dentro de la unidad e integridad de nuestro territorio, ha de prevalecer el principio de autodeterminación nacional e internacional.

El Estado ha de ser un Estado legí­timamente institucionalizado, participativo, protagónico, incluyente, garante de los derechos humanos, civiles y ciudadanos, que asegure y promueva la prosperidad, el progreso y el bienestar, la equidad y la justicia social, nuestra independencia, soberaní­a y autodeterminación.

La República, además de libre, soberana e independiente, ha de estar fundada en principios democráticos, la igualdad, equidad, inclusión, justicia social y paz.

No es esto lo que en general y en particular se podrí­a alcanzar con las propuestas de proReforma y la bancada Lider.

El camino a seguir es aquél que viabiliza y legitima superar los rezagos, caducidad, agotamiento y crisis prolongada del atrasado y caduco ordenamiento constitucional, faculta emprender las tareas propias de los cambios que necesita el paí­s, y permite eliminar las barreras y obstáculos con que se tropieza al tratar de resolver las contradicciones antagónicas propias del subdesarrollo, la neodependencia y neocolonización, la globalización neoliberal, la inseguridad e impunidad, la corrupción y tráfico de influencias, la inequidad y exclusión, el racismo e intolerancia, el acaparamiento y concentración de la riqueza y la generalización de la pobreza. (Continuará). http://ricardorosalesroman.blogspot.com/