Como consecuencia del proceso penal que se le sigue al expresidente de facto y exjefe de Estado, José Efraín Ríos Montt, la sociedad guatemalteca está polarizada en cuanto a la justificación de la condena por el delito de genocidio que se emitiera en su contra por un Tribunal.
Las justificaciones en contra se presentaron de manera oficial por medio del Ministerio Público y los querellantes adhesivos, quienes aportaron pruebas documentales, científicas y testimonios para que sirvieran como elementos probatorios del delito imputado; tales pruebas fueron analizadas y valoradas por el Tribunal en su fase procesal.
Las justificaciones en defensa de José Efraín Ríos Montt, fueron aportadas al proceso persiguiendo el efecto de contradecir, justificar o desvirtuar el cargo señalado a su defendido; en alguna fase del proceso, se alega que la judicatura no dio trámite a la aportación de pruebas en favor del ahora condenado, lo que motivó a la interposición de recursos de impugnación al respecto.
Las personas emiten juicios personales, unos a favor y otros en contra; tales juicios se basan en las informaciones que los medios de comunicación difunden a favor y en contra del condenado; en los medios televisivos la mayoría de personas “entrevistadas” no alcanzan una edad que pase de los treinta y cinco años; quienes en su mayoría indican su opinión o criterio a favor de José Efraín Ríos Montt aduciendo que el proceso está viciado por considerársele una “venganza”.
¿Cómo es posible que alguien emita juicio u opinión respecto de algo que no conoció, y aunque sólo tenga referencias lejanas, parcializadas y distorsionadas de los medios de comunicación? Sí, es cierto, todos tienen el derecho de expresión y al hacer uso del mismo, pues comparten sus ideas al respecto sin tener una clara idea del asunto, formulándolos con supuesta “autoridad”.
Contrario sensu, las personas que fueron víctimas por una u otra razón, también emitieron su declaración en base a los hechos que les constan y de los cuales, incluso, fueron protagonistas.
La carga ideológica que contiene cada uno de los comentarios, opiniones y/o juicios particulares es la justificación natural para darse por válidos; entendiéndose que las múltiples razones que los fundamentan son por afinidad política, religiosa, amistad o familiaridad, lo cual persigue la validez de una justificación, sea esta verdadera o falsa.
En el caso de las justificaciones, basadas en el ODIO POLÍTICO o rencillas personales trae como consecuencia la parcialización dogmática de los hechos, lo cual impide ver con claridad la verdad que por medio de las pruebas aportadas al proceso fundamentaron la sentencia ya conocida; pues por haber pertenecido a la institución castrense, a la guerrilla, iglesia y/o a la población afectada, se mantiene una resentimiento social convertido en ODIO hacia los oponentes.
El ODIO, de acuerdo al DRAE es una palabra derivada del idioma latín que significa: “Antipatía y aversión hacia alguna cosa o persona cuyo mal se desea”. Desde ese punto de vista, el ODIO ha sido el sentimiento que con función de carburante aún mantiene polarizada a la población guatemalteca; y tal circunstancia se viene arrastrando desde la época de la conquista de estas tierras por medio de la acción armada del imperio español.
Y, a todo esto, el CACIF portavoz de transnacionales y el poder económico local -que utilizó, ¿aún?– al Ejército de Guatemala como la herramienta eficaz para ahogar los reclamos de los sectores sociales explotados e irrespetados por la misma ley, ahora ni los apoya.
FELIZ DÍA DEL TIPÓGRAFO –hoy con máquinas modernas-, pero con la sagrada misión de coadyuvar para informar.