“El ocaso del poder del CACIF”


Eugenio_Fernandez

Nunca he creído que el CACIF ejercía un poder feudal sobre “la finca” de Guatemala, como he leído a muchas personas manifestar en sinfín de columnas y discursos. Es innegable la influencia que tuvo el CACIF en muchas decisiones que se tomaron a nivel de gobierno con el fin de salvaguardar sus intereses. Sin embargo, el CACIF fue creado para proteger los intereses de sus agremiados. Igual que Joviel vela por los maestros.

Eugenio Fernández


Mucha gente no reconoce, que el “poder” que ostentó el CACIF, ha disminuido de forma significativa. Muchos siguen pensando que aún lo tienen. Lo aquí afirmado no significa que el CACIF no tenga un grado de influencia en estos tiempos, pero es realmente marginal comparado al que antes tenía.

¿Quién ha substituido ese poder de influencia? Pues es claro que el crimen organizado o poderes paralelos. El columnista Mario Fuentes Destarac define a estos grupos como la cleptocracia.    Dicha  cleptocracia controla las instituciones del Estado en el Ejecutivo,  Legislativo y Judicial. Estos órganos del Estado se encuentran secuestrados por ellos y que año con año consolidan su influencia y poder, manejando redes interinstitucionales, comprando a la clase política a su antojo, para poder seguir robando y dilapidando cada centavo que puedan. Garantizan la impunidad infiltrando a miembros de sus redes en puestos a todo nivel en el sector justicia.

Los hechos matemáticos son ineludibles. El Estado recaudó 46 millardos de quetzales el año pasado. La propia Vicepresidente reconoce que de los 46 millardos se pierden al año más de 15 millardos en corrupción, dejando al Estado de Guatemala 31 millardos netos. Si a esto sumamos lo que la Comisión Nacional para la Prevención y Combate de la Defraudación Aduanera y el Contrabando (Conacon) calcula que la defraudación aduanera no es menos de Q12.4 millardos, obtenemos cifras exorbitantes.

Este dinero permite a la cleptocracia controlar hoy por hoy el país y obtienen en bruto casi lo que el propio Estado recauda anualmente. Esto sin tomar en cuenta otras formas criminales de obtener dinero como drogas, la trata de personas, etc.

El CACIF no puede competir contra ese capital. Ellos no tienen la capacidad financiera para patrocinar las campañas políticas como lo hacen los cleptócratas. Al fin de al cabo, el financiamiento de políticos y comisiones, es de las pocas inversiones que el cleptócrata necesita para poder garantizar el flujo proveniente de robo sistemático al Estado.

Este “hoyo” presupuestario crea una ausencia del Estado en el áreas más necesitadas del país, lo que provoca que ese vació sea llenado por las ONG que no simpatizan con el sistema capitalista, por ende no simpatizan con el CACIF.

Esto se convierte en cuchillo de doble filo para el CACIF. Los inversionistas tienen que aportar mucho capital a las comunidades necesitadas para lograr hacer los proyectos hidroeléctricos, mineros o de agroindustria que desean; pues el Estado ausente por corrupción no atiende las necesidades mínimas de la población. Para el colmo las ONG le echan la culpa de la miseria de la población al CACIF, porque no pagan impuestos suficientes y bajo esa influencia, la población de las comunidades ve con mucha desconfianza al inversionista (CACIF).

La cleptocracia  es como un síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) para el Estado y la Nación, ya que se autodestruye. Infecta, controla y neutralizar todas las instituciones de autodefensa del propio Estado, como el virus destruye el sistema inmunológico del cuerpo. Cleptocracia, como la venezolana,  es el modelo del socialismo del siglo XXI Latinoamericano.

La posibilidad que en Guatemala quede un cleptócrata tipo Hugo Chávez que se quiera quedar con todo, no es lejana, usará al CAFIF como chivos expiatorios y expropiará todo. Sorprendentemente el CACIF se encuentra muy distraído  y dividido ante la amenaza en que se encuentra el sistema que da sustento a la “libre empresa”.