El objetivo es ser eficiente


Después de admirar nuestro remodelado Aeropuerto Internacional La Aurora empiezo diciendo que ojalá se conserven siempre sus instalaciones limpias y en buen estado de funcionamiento para deleite de propios y extraños que hagan uso de las mismas y luego paso a comentar las declaraciones del vicepresidente electo doctor Rafael Espada, de entregarlo para su administración y operación (concesionar) a manos privadas y así­ lograr que los fondos que de ellos se obtengan se orienten a programas de salud y educación, ya que a su juicio, no tenemos la capacidad de mantener el mega proyecto desarrollado por la administración de Berger, como que en la administración del nuevo gobierno preferirán dedicarse más a satisfacer las necesidades básicas, entre otras, seguridad alimentaria, desarrollo, salud y hospitales.

Francisco Cáceres Barrios

¿Descabellado planteamiento?; ¿suposición sin sustento?. A mi manera de ver las cosas, las dos tienen suficiente justificación. Y es que a los chapines nos consta que para darle mantenimiento a la obra pública, nuestra burocracia central y descentralizada no ha sido ni por asomo un dechado de virtudes. Al contrario, de ejemplo está el hermoso, magní­fico y todaví­a exuberante Palacio Nacional, ahora con el apellido «de la Cultura» en estado lamentable, puentes a punto de desplomarse y calles carreteras para hacer pedazos las suspensiones y llantas de los vehí­culos que por ahí­ transitan. Y es que hasta en la «inauguración del más bello de los aeropuertos de Centroamérica» salieron a relucir los «clavos» de siempre, como que los ventanales estaban incompletos, sin cubrir el cableado eléctrico o que las plantas eléctricas y telefónicas todaví­a no habí­an sido instaladas. Como decí­a el carpintero de mi barrio, «si así­ están las carreteras para llegar al pueblo, ¿como irá a estar la Catedral?».

Un funcionario del actual gobierno comentó que «en el mundo de las concesiones aeroportuarias no han funcionado», lo que no es exactamente cierto, porque a mucho nos consta que aquellos «concesionados» son los que se mantienen más limpios y son más eficientes. En otras palabras, esto es lo más importante. Pues ya estuvo suave llegar a instalaciones oficiales en donde da tristeza comprobar el mal estado de los pisos, no digamos que los servicios sanitarios no sean higiénicos ni funcionen.

Algo que hay que tener presente a la hora de hacer concesiones es que, si el objetivo que se persigue es que el Estado sea eficiente, las negociaciones y los contratos debieran ser hechos absolutamente honestos y transparentes para evitar caer en la inveterada costumbre, muy chapina por cierto, que mientras los gobiernos entran y salen, a última hora cí­nicamente se reconozca que «aún hay temas pendientes por resolver».