«No hay que ser cristiano, en el sentido religioso, para comprender los valores éticos y de justicia social que aportó aquel pensamiento.»
Fidel Castro
Ricardo Marroquín
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«Â¿Cómo anunciar que Dios es bueno entre la miseria?» Con esta pregunta un grupo de religiosos y laicos católicos decidieron, en la década de 1970, plantear la propuesta de la religión como un factor de resistencia y no como un instrumento de crucifixión y acomodamiento como ha sido utilizada desde la conquista.
Esta iniciativa, conocida como Teología de la Liberación, surgió, según palabras del teólogo brasileño Leonardo Boff, «porque el grito de los pobres era un clamor en Latinoamérica». Las autoridades del Vaticano no simpatizaron con esta doctrina y durante el papado de Juan Pablo II y a través de la Congregación para la Doctrina de la Fe, en aquel entonces a cargo del actual jerarca de la Iglesia Católica, Benedicto XVI, muchos de sus principales teóricos fueron silenciados; Leonardo Boff y Jon Sobrino son algunos.
Esta semana, bajo la organización de la fundación Friedrich Ebert Stinftung, Boff hizo una visita a nuestro país para recordar que «el pobre es un individuo empobrecido por opresión que no surge de la nada». Al mismo tiempo, el teólogo compartió los datos económicos que demuestran cómo este sistema mundial funciona bien para unos pocos: tres personas poseen más riqueza que la reunida por 45 países juntos que albergan a unos sesenta millones de personas.
La desigualdad también se reporta en nuestro país; cada vez son más las personas que viven bajo el umbral de la pobreza sin ningún tipo de oportunidad de desarrollo, mientras unos cuantos, los mismos grupos de siempre, se benefician con las ganancias del proceso productivo.
«Los dolores que tenemos no son dolores de muerte sino dolores de parto», aseguró Boff. Además, sostuvo que «necesitamos un cambio de las mentes y corazones, y asumir la preocupación por la humanidad y por la Tierra.» Para lograr este cambio, el teólogo propone un nuevo paradigma frente al sistema actual que es «productivista, consumista y excluyente, por lo que no puede abrirnos caminos nuevos para el futuro».
Cinco son los pilares de la «nueva moralidad», el nuevo tipo de relación entre los seres humanos y con el resto de la naturaleza: los sentimientos son la base fundamental de la persona, el cuidado y el amor generan al hombre y a la mujer, las personas deben darse cuenta de las consecuencias de sus acciones, la sociedad debe basarse en la cooperación y la solidaridad y no en la competencia de mercado que transforma todo en mercancía y, la espiritualidad crea el equilibrio en las personas.
La propuesta que plantea la Teología de la Liberación no es un llamado único para quienes simpatizamos con esta corriente religiosa y política, es un compromiso permanente para todas las personas que reconocen en la crisis la oportunidad para fundar una nueva sociedad.