El nuevo escenario en Honduras


El triunfo electoral del candidato conservador Porfirio Lobo en una elección que sumó una participación comparable a la de comicios anteriores, plantea un nuevo escenario en Honduras en el que mucho dependerá de la capacidad polí­tica del señor Lobo para negociar no sólo con la comunidad internacional sino para tender puentes de entendimiento con el depuesto presidente Manuel Zelaya. De hecho, la comunidad internacional ha dado muestras de seguir detenidamente los acontecimientos de Honduras y lejos de observar con indiferencia un proceso electoral que no ha reconocido, hay signos de su interés por ver el desarrollo de los acontecimientos.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

No se puede negar que Honduras se convirtió en un problema muy delicado para la comunidad internacional porque el cuartelazo generó el aislamiento prácticamente unánime que le brindó la comunidad internacional a ese paí­s, pero con el paso de los meses y tras una serie de errores cometidos por el mismo Zelaya en el manejo de su plan para retornar al poder, se han dado fisuras importantes y de ellas la que más cuenta, por obvias razones, es la de Estados Unidos que anticipó el reconocimiento al resultado electoral si el mismo se encuadraba en patrones aceptables para el Departamento de Estado.

Ignorar el impacto que en la crisis hondureña tiene el conflicto permanente entre Estados Unidos y Venezuela serí­a absurdo porque ese problema es crucial dado que se está jugando en buena medida el control que alguno de esos dos polos de la polí­tica continental pueda ejercer sobre un paí­s importante por su ubicación geográfica. Tengo la impresión que tras el reconocimiento de Estados Unidos al resultado electoral de Honduras, sus aliados empezarán a hacer lo propio y que su poderosa influencia estará sometida a prueba en las próximas horas, lo mismo que hará Venezuela con sus aliados para mantener el bloqueo a Honduras.

Lobo ha tendido puentes de entendimiento con Zelaya que no son para nada despreciables, sobre todo porque la posición del depuesto presidente se empieza a volver desesperada luego de que no llegó a ser contundente su llamado para el boicot a las elecciones. Una participación que ronda por el sesenta por ciento de los electores se tiene que considerar como normal en nuestros paí­ses. Distinto serí­a ahora para él si tras los llamados a la abstención la misma hubiera sido mayoritaria, no digamos abrumadoramente mayoritaria, puesto que ello hubiera sido un rechazo popular a la posibilidad de que Honduras pueda normalizar su situación a partir de la celebración de elecciones.

Yo he dicho que uno de los problemas más serios de Zelaya es que le falló el frente interno y que en ningún momento sus seguidores mostraron tanta fuerza y peso como para paralizar al paí­s y hacer que tambaleara el gobierno de facto. De hecho la vida en Honduras se ha llevado con demasiada tranquilidad para un paí­s bajo un régimen de facto y eso no ayudó a que el depuesto presidente pudiera presionar vigorosamente y aprovechar el apoyo de la comunidad internacional que fue unánime hasta que el mismo Zelaya, torpemente a mi juicio, firmó el pacto que encomendaba al Congreso decidir sobre su futuro.

Objetivamente hablando, y al margen de lo que uno quiera o no quiera, hay que decir que si la posición de Zelaya era débil antes de las elecciones, ahora lo es más y que Lobo puede aprovechar esa realidad para lograr un entendido que pueda mostrar a la comunidad internacional.