En este primer espacio dedicado al cine, y que esperemos sea de larga vida dentro del suplemento ¿? del diario La Hora, quiero iniciarlo escribiendo la primera parte de lo que podemos llamar el Nuevo Cine Guatemalteco. No sin antes dar mi reconocimiento a tod@s quienes han aportado a la cinematografía guatemalteca, en especial a los hermanos Muñoz Robledo, los hermanos Lanuza y por supuesto a Luis Argueta y su Silencio de Neto, referente obligado del cine guatemalteco del siglo XX.
Partamos de la firma de los Acuerdos de Paz para hablar del Nuevo Cine Guatemalteco. El fin de la guerra marcó sin duda el inicio de una nueva narrativa audiovisual. La necesidad de contar nuestras historias, de vernos reflejados en la imagen y el sonido, el rescatar la memoria histórica a través del audiovisual, motivaron a que se abriera la primera ventana independiente a los trabajadores del audiovisual chapín: el Festival ICARO a la creación audiovisual. Este año el ICARO celebra su décima edición y se ha convertido en el festival más importante de Centro América, teniendo festivales en cada país centroamericano y una proyección internacional que ha tenido que cambiar su nombre a Festival ICARO de Cine y Video en Centro América.
La primera película que abrió el festival fue Ixcán (Guatemala, 1998). Enrique Goldman, Director brasileño-inglés, aprovecha un presupuesto que le otorgara la Unión Europea para hacer un documental sobre la etapa de posguerra en Guatemala, Goldman decide arriesgarse haciendo una ficción que retratara ese momento histórico y lo cuenta entonces, a través de una historia de tres generaciones. Una abuela indígena que tuvo que cuidar en la ciudad a la nieta, que ahora es punk y quiere irse a Estados Unidos, mientras la hija combatía como guerrillera, y que está en el proceso de reinserción.
Para varios fue la reactivación del sueño de hacer cine en Guatemala, Guillermo Escalón Director de Fotografía, trabajaba en esta película con varios de los que fuimos sus alumnos, 12 años atrás.
Volvamos al festival ICARO, y es que quiero a partir de él contar lo que ha sido el audiovisual guatemalteco. 1998, junto a Ixcán, se presentaban cerca de 300 obras audiovisuales realizadas por guatemaltecos, la mayoría por organizaciones y realizadores que durante la guerra no habían mostrado su obra. Nos presentaban una Guatemala que muchos no conocían y que a través de los documentales, reportajes, notas periodísticas y hasta en experimentales y video clips, pudimos vernos reflejados como la sociedad que verdaderamente somos y empezar a reflexionar, para luego entender, por qué en Guatemala estamos como estamos.
La televisión abierta daba su aporte, desde su mirada nos presentaban la Guatemala folclórica que también somos, los volcanes, los lagos, nuestras costumbres, la parte de nuestro país que también nos gusta ver. Y los muchachones, jugando ya con la animación, con los efectos 3D y haciendo cortos desde la cátedra de Jon Dunn en la Universidad Rafael Landívar.
Continuará