Gabriel Morales Castellanos
Universidad de San Carlos de Guatemala
En mis años de niño y joven aprecié durante el ciclo tradicional de la nochebuena, el rezo que varios días en horas de la tardes se hacía en la casa de mi tía abuela Josefita Pineda de Ortiz, en la Villa de San Juan Sacatepéquez, a su hogar acudían varias señoras, quienes unos momentos de la tarde rezaban a la advocación cristológica del Niño de Atocha.

Tengo presente en mi memoria que luego del rezo del rosario, se leía la novena del Niño de Atocha y luego la del Señor de Esquipulas, esta actividad se iniciaba el siete de enero, luego del día de reyes y finalizaba el día quince, una de las fechas en la cual la iglesia católica en Guatemala, celebra a la imagen del Santo Cristo Crucificado encarnado de negro que se venera en su basílica, en el oriental departamento de Chiquimula.
Recuerdo que esta actividad devocional de las frías tardes de inicio de año, se efectuaba enfrente del altar popular conocido como nacimiento, en él mi tía José colocaba una imagen de bulto redondo del Niño de Atocha, escultura de vestir de tres cuartos, igualmente un cromo con su marco y vidrio del Señor de Esquipulas.
El terremoto del 4 de febrero de 1976 arrasó por completo la Villa de San Juan, y entre los cientos de muertos que causó ese movimiento sísmico, estaba mi tía José, sin embargo la tradición del rezo al Niño de Atocha no terminó, ha continuado en la casa de su sobrina e igualmente mi tía la señora Angelita Pineda de Martínez, quien culmina el mismo el día tres de mayo.
El Niño de Atocha que yo recuerdo es la escultura en bulto redondo, e imagen de vestir como ya lo indiqué líneas arriba, de un infante sentado en su silla, con atuendo de túnica y esclavina de terciopelo, a la vez con un cíngulo atado a la cintura, con cabellera natural rizada a manera de canelones y sombrero en su cabeza, con sandalias por calzado, portando en una mano espigas de trigo y un callado con un pequeño tecomate y en la otra una pequeña canasta, a la vez sobre su esclavina una valva exterior o molusco.
En ventas de mercados y en calles cercanas a iglesias o en atrios de ellas he visto ventas de cromos a todo color y en blanco y negro, con la imagen de este Niño Jesús, igualmente ventas de novenas de dedicadas a esta advocación cristológica.
Hoy que nuevamente estamos en el ciclo folklórico de la navidad y litúrgicamente en el tiempo de adviento, y a partir de estar rememorando mis años idos en los cuales me traslado mentalmente al San Juan Sacatepéquez de mi niñez, adolescencia y juventud por la curiosidad que en este momento poseo por saber más sobre esta advocación del infante Jesús, he decidido escribir mi artículo sobre el Niño de Atocha.
Otra situación que incrementa mi interés por investigar sobre esta variante de las representaciones del Niño Jesús, es la mención del Niño de Atocha en el capítulo titulado «El Niño Dios de Amatitlán» escrito por Ernesto Chinchilla Aguilar en su libro «Historia y tradiciones de la ciudad de Amatitlán» quien escribe lo siguiente: «En verdad, toda la historia de Amatitlán se halla estrechamente vinculada con el prestigio de esa antigua y milagrosa imagen del Niño de Atocha, que mide dos tercias de alto, ostenta un resplandor magnífico, y sentado en su pequeño trono mira hacia el frente con grandes ojos profundos, sostiene un globo en la mano izquierda e imparte la bendición con la derecha a todos sus fieles devotos».
Y de esa manera mi interés por investigar el por qué de este Niño me ha llevado a encontrar datos muy interesantes, Irene Soriano investigadora de El Paso Community College, en una ponencia que realiza para el XVII Coloquio Internacional de historia del arte, titulado «Arte, historia e identidad en América. Visones comparativas» auspiciado por el Instituto de investigaciones estéticas de la Universidad Autónoma de México, aporta varios datos muy interesantes, conozcamos en lo factible esta leyenda que nació en España, atravesó el Océano Atlántico y llegó a América.
En su ponencia sobre la tradición de este Santo Niño a lo largo del camino real: pasaje por el paso del norte, indica que él tiene en esa región una «larga historia y muchas tradiciones que han surgido alrededor de la figura famosa que se ve como guardián de viajeros; ayuda para los afligidos, especialmente prisioneros; sanador de enfermedades físicas y espirituales; protector de niños y de la familia; y sobre todo, un símbolo universal de la esperanza en la humanidad a través del niño».
La investigadora Soriano refiere que la tradición oral ha recogido la historia de esta representación, indicándose que «durante la ocupación morisca en la península ibérica, una imagen de la Virgen María con su hijo chiquito llegó a España llevada de la Tierra Santa y una ermita se estableció para alojarla en un lugar que hoy está en el centro de la ciudad de Madrid y en donde todavía se venera la imagen de Nuestra Señora de Atocha».
Esta ermita se establece donde anteriormente existió una prisión de los moros «en un lugar lleno de esparto, o de atocha», luego cuando estas tierras pasan a manos de los cristianos se funda la iglesia y basílica de Nuestra Señora de Atocha.
La misma autora nos indica que durante la ocupación morisca, habían cristianos encarcelados en la prisión de Atocha, las familias de los prisioneros cristianos rogaron a la imagen de Nuestra Señora traída de la Tierra Santa y que se encontraba en la misma vecindad, y que la Santísima Virgen mandó a su pequeño niño «a ver que se podía hacer para liberar a los prisioneros, al menos darles de comer».
Ya nos hemos referido al atuendo del Niño de Atocha en nuestro recuerdo, su esclavina, su sombrero y sandalias conforman el traje tradicional del viajero, su callado con el tecomate lleno de agua unido al primero, un canasto con panes y la valva en su esclavina, lo identifican igualmente como un viajero.
La valva o concha es la insignia de los peregrinos, confirmando en el Niño de Atocha esta categoría, en relación a los viajeros que visitaban Santiago de Compostela y habían «hecho el camino de Santiago».
El camino a Santiago indica Irene Soriano, como todo peregrinaje para el cristiano, se consideraba una imitación del camino de la Cruz de Cristo, y que esta imagen de Jesús Niño portara esta insignia, aludía a su propio camino de la cruz y «anunciaba visualmente la invitación a seguirle en el camino de la vida».
Enviado por su madre a la prisión tocó la puerta y los guardias al abrirle no le dieron mucha importancia, preguntándole que quería, respondiéndoles que deseaba visitar a los presos e invitarlos a beber el agua que portaba en su jícara y comer el pan de viajeros.
La leyenda producto de la tradición oral y que nos traslada Irene Soriano continúa refiriendo, que le permitieron el ingreso y les dio de comer y beber a los prisioneros y al salir los guardias le revisaron su canasto y su pequeño tecomate y se dieron cuenta que estaban llenos «como si no se les hubieran quitado ni un pan ni una gota de agua».
Los guardias quedaron asombrados y se indica que allí mismo se inició y creció «cierta confianza de parte de los moros, que llevaría eventualmente a la liberación de los cristianos y a la tolerancia de diferentes pueblos para vivir juntos en paz y con respeto mutuo», portando esta leyenda en sí «la parábola de la fe».
Otra investigadora que se refiere a esta representación cristológica en su estudio de los retablos populares exvotos pintados es Rosa María Sánchez Lara, ella nos indica que es una imagen muy invocada a partir del siglo XIX en casos de peligro, especialmente en actos violentos y en particular de viajeros, y que en los países de Centro América es patrón de los prisioneros.
En relación a lo último aludido, la investigadora Sánchez nos indica que en algunos casos esta infantil representación cristológica «aparece con los pies encadenados o con grilletes a un lado, agregando que como parte de su iconografía puede llevar en su mano espigas de trigo en alusión al pan eucarístico que da a los prisioneros y «carga una canasta con flores», y a la vez suma una pluma a su sombrero.
Es importante indicar y explicar que el término atocha se le da a una planta gramínea conocida igualmente como esparto, que se utiliza como materia prima en la elaboración de sogas, esteras, tripe; y papel, que se da en España, y en aquel lugar antiguamente un atochal se funda y establece la basílica y convento de Nuestra Señora de Atocha, siendo hoy un crucero internacional en la red ferroviaria de Europa, sitio de la Puerta de Atocha y lugar de entrada a Madrid.
La imagen de Nuestra Señora de Atocha a la que nos hemos referido líneas arriba, indica Rosa María Sánchez Lara, es la primera conocida y llevada a España por un líder religioso de Antioquia, es colocada en una ermita y cuando su culto se difunde su recinto se convierte en santuario, en 1523 Carlos V construye un gran templo y enorme convento para los dominicos, quienes serán los responsables de su culto.
Al Niño de Atocha en Guatemala visualmente se le conoce independiente de su madre, y es a través de las litografías y cromos a todo color que nos han llegado de México y que «se le presenta en medio de dos jarrones de flores», agrega Sánchez Lara » La imaginación de litógrafos y pintores, antes de la aparición de la fotografía, propicia diversas interpretaciones que se han popularizado», las primeras representaciones de este infante es factible que hallan llegado a nuestro continente por medio de pequeñas esculturas y medallas.
Al preguntarnos porque se representa al Niño de Atocha independiente de su madre, la respuesta nos la da Rosa María Sánchez Lara al explicarnos de la prohibición que existe en relación a la entrada a las prisiones a las madres y esposas de los cautivos.
Luego de lo que hemos podido averiguar sobre esta advocación infantil de Jesús, podemos indicar que su culto y veneración se pudo haber dado más a nivel de casas de familia que en una parroquia, una iglesia, u otro recinto religioso.
Y en relación a lo que indica don Ernesto Chinchilla Aguilar, al mencionar al Niño de Belén de la parroquia de San Juan Bautista en San Juan Amatitlán como Niño de Atocha, factiblemente se debió a que algunas personas así lo llamaban y él recogió ese dato y así lo nombró.