Con inusual rapidez respecto a su presentación internacional, el pasado mes de septiembre en el Festival de San Sebastián, el director argentino Daniel Burman estrena hoy en Francia su última película, «El nido vacío», protagonizada por í“scar Martínez y Cecilia Roth.
En sus anteriores entregas, «El abrazo partido» y «Derecho de familia», este guionista de 35 años, además de director, se interesaba por un personaje de su generación, encarnado por un «alter ego» artístico en la persona del actor Daniel Hendler.
En esta sexta ficción de su filmografía, en cambio, hace su primera incursión en un universo al que todavía no ha llegado por edad, el de los padres que vuelven a quedarse solos una vez que los «niños» se han hecho mayores y se han ido de casa. Los protagonistas de Burman no son los hijos que se van, de los que podría sentirse más cerca, son los padres que se quedan.
Oscar Martínez, premiado en San Sebastián por su labor interpretativa, encarna a un escritor reconocido que de repente se empieza a ver más cerca de la vejez, o más lejos de sus tiempos pletóricos, un hombre un poco ido, que mezcla realidad y pensamientos (cuando no fantasmas).
Cecilia Roth, su esposa fílmica, vuelve a la docencia universitaria después de haberse dedicado muchos años a ejercer de madre y ser el más firme sostén de la familia.
La propuesta y el reparto seducen viniendo de Burman, que ha demostrado talento para crear personajes, buena mano con los actores, ideas claras a la hora de filmar, pulso narrativo, sentido del humor.
Todas estas cualidades están patentes en «El nido vacío», que Burman cuenta esta vez a base de pinceladas tan ligeras, tan sutiles, que puede dar la sensación de que no ahonda. En la relación de pareja de esos padres, por un lado, y en su relación con los hijos, particularmente en el caso de Cecilia Roth, menos incisiva aquí que en personajes comparables de Adolfo Aristarain.
La visita de los padres a Israel, para ver como vive en este país la «pequeña» de la familia (Inés Efrén) y conocer a su compañero, podía haber dado más de sí que unas simples alusiones a la presencia de las armas en la vida diaria.
La mezcla de géneros, incluidos unos pinitos de cine musical, como la mezcla de realidad y ficción en la cabeza del padre, en conversaciones con un doctor de su edad (Arturo Goets) o en su atracción difusa por una dentista joven (Eugenia Capizzano), prestan a confusión por momentos.
Los 300 mil espectadores logrados en Argentina avalan en todo caso que Burman ha sabido ser profeta en su tierra.
La prensa francesa ha recibido con discreción «El nido vacío» (rebautizada con un insulso «Les enfants sont partis»), que comparte estreno en Francia hoy con otros 11 títulos y llegará a 26 cines de todo el país.
El mensual CineLive alude a Woody Allen al mencionar una mirada «nostálgica, tierna y divertida, sin el menor sarcasmo» y concluye su reseña con un misterioso «cualidades que también son defectos».
El diario Le Monde saluda la concisión de Burman aunque estima que «se bate en retirada antes de escenificar uno de los personajes favoritos de los humoristas, la muerte».
Para Le Figaro, «los personajes son interesantes, el análisis es fino, pero el excelente director argentino de «El abrazo partido» se muestra aquí menos cómodo», incluso «aséptico», en opinión de «L»Humanité».