El nacionalismo musical de Smetana


En la última columna de 2008, comentamos el surgimiento del nacionalismo musical a través de las composiciones de Bied?ich Smetana y su transición hacia el campo de la música orquestal, pues aún no habí­a encontrado su destino auténtico, por lo que las piezas para piano seguí­an siendo lo mejor de su producción sonora, melodí­as dignas de Casiopea esposa dorada, agua de lucero, quien tiene acento de rosa, paz y alas que alegra con viento de luciérnagas mis bosques élficos.

Celso Lara

Hoy, al entrar en el frí­o mes de enero de 2009, iniciamos un nuevo recorrido en el abalorio del tiempo. Que este nuevo año sea fructí­fero para nuestros lectores, a pesar de la crisis económica y de valores que sufre nuestra sociedad.

Por tanto, y al pergeñar las primeras páginas de esta columna de 2009, y para finalizar nuestra apreciación sobre Smetana, apuntaremos que en abril de 1859 Smetana trató de trasladar a su mujer, gravemente enferma de Gí¶teborg a Bohemia, a fin de ponerla lejos del frí­o clima sueco. Sin embargo, fue un intento fallido y como se sabe, Kata?ina murió en el curso del viaje en la ciudad de Dresde.

El compositor se detuvo entonces en Weimar donde hizo escuchar sus dos Poemas Sinfónicos a Liszt y a cambio, escuchó el preludio de Tristán e Iseo, conoció al crí­tico ruso Alexander Sérov (guí­a espiritual de Modesto Mousorgsky, además de varios amigos) y conoció igualmente a Hans von Bí¼low, el eximio director de orquesta. En su estancia en Weimar, Smetana experimentó una excitante inmersión en las últimas novedades del arte europeo, que gravitaban alrededor de la residencia de Liszt, llenándose de gran inspiración y de novedosas ideas.

Nueva Guatemala de la Asunción, 2 de enero de 2009 (3,450 caracteres)

Luego Smetana hizo una breve estadí­a en Praga, apenas el tiempo suficiente para comprometerse oficialmente con Bettina Ferdinándova y volvió a salir inmediatamente para Gí¶tergorg, donde pasó una temporada invernal muy cargada, ocupado con la dirección de la Sociedad Filarmónica (en cuyo seno operaban la orquesta y el coro), con los conciertos de cámara y con la señora Froejda Benecke, hacia la que se dirigí­an las simpatí­as del compositor bohemio (quizá en mayor grado que el imaginado por su prometida de Praga). En el curso de aquella temporada invernal Smetana también tuvo tiempo de componer un tercer Poema Sinfónico Haakon Jarl inspirado en un drama escrito en 1807 por el danés Adam Oehlenschlí¤ger (1779-1850).Sin embargo, en el año de 1861 el destierro de Smetana llegó a su fin, gracias a los acontecimientos polí­ticos europeos que favorecieron su regreso definitivo a su patria. La Madurez: Luchas y éxitos: Después de las derrotas sufridas en Magenta y Solferino en junio de 1859 por obra de Napoleón III y de Vittorio Emanuele II, el emperador Francisco José emprendió una polí­tica menos restrictiva en relación con los pueblos que formaban parte de su reino.

En Bohemia fue alejado el barón Bach y se inició un perí­odo de deshielo. Para Smetana habí­a llegado el momento de regresar. En 1860 contrajo matrimonio en Praga y habrí­a regresado a Gí¶teborg, pero en marzo del año siguiente dio su adiós a la ciudad sueca. Sin embargo, antes de retornar a Praga quiso organizar una tournée europea con el objeto de presentar sus composiciones, si bien, en este punto, no tuvo éxito ni en Europa ni en su patria.

Finalmente, diremos que Smetana fue considerado un compositor peligrosamente orientado hacia la vanguardia, como lo atestiguan, sus frecuentes contactos con Liszt. Sin embargo, su música es de las más hermosas de la cultura occidental.