El nacionalismo musical de Smetana -I-


Después de haber esbozado la figura de la música de Gustav Mahler, hemos decidido dedicarle estas columnas del sábado al nacionalismo musical representado por Biedrich Smetana, el género al que pertenecí­a el músico de origen bohemio Antoní­n Dvorak. Este insigne compositor dio un auge diferente a la música checa, pero su precursor Bied?ich Smetana, quien fue el ejemplo a seguir no solo por Antoní­n Dvorak, sino por otros grandes maestros de la música occidental. Smetana se convirtió en una figura obligatoria cuando hace mención del «nacionalismo musical» por su gran contribución al género, en el ha dejando a los amantes de la música melodí­as estupendas que sirven de canto a Casiopea, esposa de lucero, que en su alma camina de puntillas todo el vibrar de amor sonoro de los mares ancestrales y en sus calles de lirio se deslizan mis alas grises.

Celso A. Lara Figueroa
Del Collegium Musicum de Caracas, Venezuela A mi padre, maestro Celso Lara Calacán, con inmenso amor.

Nos adentraremos entonces en los ecos vitales de Bied?ich Smetana al narrar brevemente la existencia y el itinerario artí­stico del compositor. Siendo un hombre aislado, pasó entre 1856 y 1861 una especie de destierro en Suecia, en la ciudad de Gí¶teborg, donde estableció el centro de su actividad musical como director de orquesta y pianista, a menudo comprometido en tournées. Aquel perí­odo se cerró con un difí­cil retorno a su patria checa, tan pronto como lo permitieron las condiciones polí­ticas. Fue difí­cil su reinserción en el ambiente musical de Praga, más retrógrado de lo que exigí­a la situación y contrario a las ideas y proyectos de Smetana. Fue muy penosa finalmente, la última parte de la vida del compositor que, después de algunos primeros sí­ntomas se vio afectado por la sordera: en la noche comprendida entre el 19 y 20 de octubre de 1874, precisamente en el perí­odo en el que estaba trabajando en los Poemas Sinfónicos de su obra maestra, el ciclo Mi Patria, Smetana se quedó completamente sordo. Finalmente, cuando ya habí­a conseguido superar aquella merma con una gran actividad creadora, los últimos meses de su vida se vieron ensombrecidos por la locura. En conjunto, la perspectiva de las composiciones de Smetana aparece gravemente truncada. Sus obras se limitan de hecho a los seis Poemas Sinfónicos de Mi Patria, que siguen presentes en el repertorio y al Cuarteto en Mi menor «De mi Vida», mientras que permanecen en la sombra las páginas para piano y quedan ignorados los numerosos trabajos teatrales, ocho en total, más un fragmento entre los que sobrevive La novia vendida. Ahora bien, en la República Checa es mucho mayor la difusión de la música de Smetana, sobre todo porque sus obras forman parte estable del repertorio. Podrí­a afirmarse incluso que Smetana fue esencialmente un autor teatral, cuya producción es ignorada en gran parte de Occidente. Probablemente, se trata de una importante pérdida para nuestro repertorio, dado que si la fama de Smetana se basa en su única composición sinfónica de una cierta envergadura, Mi Patria, el conocimiento de sus obras contribuirí­a a una mayor consideración de su arte. Sin embargo, como es bien sabido, las dificultades que presenta el teatro musical en cuanto a lengua y traducción de los libretos se ven aumentadas por el hecho de que es imposible trasladar a otros paí­ses el «color local» de la ambientación y del espí­ritu que permiten a veces concebir una obra lí­rica.