Luego, dijo: «Belleza», y el mundo se convirtió en un plácido jardí­n realzado en el encanto de los paisajes y el infinito colorido…

Después, dijo: «Alegrí­a», y la naturaleza se llenó de sinfoní­as de felicidad, de juegos interminables y de ecos jubilosos…

Seguidamente, dijo: «Hombre», y la Tierra contó con la fuerza, la majestad y el dominio de su nuevo rey absoluto…

Pero, faltaban el amor, la bondad, la dulzura…

Entonces, Dios dijo: «Mujer», y las virtudes que hací­an falta encontraron en ese ser de alma pura y cuerpo hermoso, su morada eterna.