«Necesitamos a políticos con conocimientos científicos y adeptos al pensamiento crítico basado en las pruebas, para que plasmen esos hallazgos y recomendaciones en políticas y acuerdos internacionales.» Jeffrey Sachs
En tiempos de descalabro y de zozobra financiera en donde ya no se sabe qué creer y hasta dónde creer, surgen los cuestionamientos válidos en torno a la capacidad política de algunos dirigentes, el empirismo y las decisiones a priori no se pueden ejecutar en un mundo de alta decisión volátil.
Al compartir mi visión con el prestigioso economista Jeffrey Sachs de la Universidad de Columbia, cada vez queda más y más convencido sobre la necesidad de tomar en serio la política y no solamente como un juego de poder, en donde la capacidad de decisión ejecutiva es válida; no por ello la política deberá ser visualizada como tarea exclusiva de académicos, por el contrario, la dialéctica y la crítica constructiva deben permitir al hombre público, no importando su origen o formación, forjar ese sentido que le permita reconocerse en sus errores y sobre ellos, reformular los conceptos de que orienten sus acciones hacia el bien común.
Justamente en estos días he empezado a leer el interesantísimo libro del prestigioso columnista de asuntos internacionales del New York Times y ganador en tres oportunidades del prestigioso Premio Pulitzer, Thomas L. Friedman, titulado The World is Flat.
En este apasionante libro, para quienes nos gusta el análisis político, Friedman plantea una interesante teoría en las relaciones internacionales y que quisiera someramente compartir con ustedes esta tarde. Se podrá imaginar lo que diría Galileo Galilei sobre esta teoría del mundo plano.
Pues bien reconociendo desde el riguroso principio científico que el mundo no es plano, Friedman asevera: «pero ya no es más redondo».
La adquisición del poder que genera la inmediatez informática, la interacción en un tablero en donde se juega, se coopera y se compite al mismo tiempo, genera por supuesto que lo que sucede en una esquina del planeta repercuta en la otra.
La teoría del planeta plano no representa por supuesto, como nos lo ilustra el autor, el concepto de igualdad, no solamente desde la concepción de los ingresos o del poder militar, sino más bien desde la concepción que el planeta plano otorga la equidistancia (se puede llegar al mismo punto si se desea).
El proceso de democratización de la información empodera, eso lo sabemos, el tema es como lo manejamos y que beneficio obtenemos de ello.
Permítame graficarlo. Gracias a las alianzas estratégicas del mercado en las bolsas electrónicas, el mercado bursátil mundial permanece virtualmente las 24 horas del día en funcionamiento, en una relación condicionada abierta; lo que sucede con anterioridad en Asia afecta y permite la previsión de América y Europa, estas a su vez condicionan la apertura de los mercados bursátiles asiáticos al día siguiente.
Sin los procesos de información, en esa obviedad del mundo plano, interdependiente si se desea, lo que acontece en estos momentos en Wall Street llegaría a «lomo de mula» en una noticia retrasada, se pregunta ¿Qué capacidad de reacción tendrían los mercados locales?
Por otro lado, surgen consideraciones válidas que nos llevarían a suponer el hecho de que cuanto más cerca estemos de la enfermedad más rápido nos enfermamos o bien cuanto más cerca nos encontramos de la oportunidad mayor debiera ser nuestra capacidad de beneficiarnos, esto último debatible desde la teoría del desarrollo, búsquele si quiere el lado crítico que fue la forma como inicié mi columna esta tarde.
En definitiva, la interdependencia, hija de la globalización, resulta siendo una oportunidad pero al mismo tiempo una gran amenaza. El mundo es una isla, de eso tenemos certeza todos, lo difícil es adaptarse a la coexistencia de amenazas condicionadas.