EL MUNDO DE LAS NOTICIAS


LA HUMANIDAD sin el conocimiento verdadero de Dios y de su poder, jamás podrá cambiar la vida ni hacer un mundo mejor. Hombres y mujeres que por hacer cosas que no convienen, han extraviado su mente con los hechos de su mal vivir trascienden al mundo las malas noticias de su paí­s; que son solo de muerte, dolor, lágrimas; y destrucción. En los continentes se dan fenómenos destructivos de la naturaleza en desbordamiento de las aguas; o en sequedad de veranos aniquilantes que producen miseria y seres desnutridos por la pobreza absoluta en el mundo, que deben llamar nuestra atención, y a la reflexión.

Santiago VILLANUEVA GUDIEL, svillanuevagudiel@hotmail.com

Son situaciones de calamidad que a distancias de un lado a otro del globo, llegan con la rapidez jamás antes imaginada para estar al dí­a de lo que sucede en el mundo de las noticias. A la vez, que las cosas buenas para la humanidad, son sucesos tan raros como la aparición de cometas en el cielo. Ninguna nación ni ser humano estamos exentos de estos hechos del siglo. Si en los inicios de la creación no habí­a lluvias, sino que un vapor de agua subí­a del suelo y regaba toda la faz de la tierra; hoy la maldad así­ se esparce cual aquel vapor por tierra, mar y aire, dándonos a conocer en todas las naciones al mismo instante, los sucesos en cualquier paí­s del mundo, y de cómo se siembra la violencia y se cosecha el terrorismo cada vez más organizado, sofisticado, y en mayor destrucción y muertes con saña solo diabólicamente imaginada y hecha. Se sufre además en cada paí­s, las injusticias de los que siembran la maldad por medio de la explotación del hombre por el hombre en su fuerza del trabajo honesto como productivo; para producir hambre y desnutrición. Y de ahí­ la negación de hombres y mujeres a trabajar dignamente para pasar a valerse del mal vivir de la extorsión, el robo, secuestro o quitar la vida, con la suma de la destrucción de más familias y de la humanidad. Todo, ante la indiferencia e incapacidad de polí­ticos y gobernantes a los hechos voraces de la avaricia de los negociantes en la explotación del prójimo, mientras los gobiernos solo cubren su deficiencia con palabras de estadí­sticas que nada positivo, vinculante ni duradero aportan para los estómagos hambrientos y los brazos sin trabajo. Y no hay para los infractores ni crimen ni castigo; ni orientación ni inversiones para que se salve el que quiera y pueda. Nuestro flamante Congreso de la República está visto que no puede ni gobernarse a sí­ mismo para sacar o emitir las leyes más indispensables, en una palabra «trabajar». Todo lo quisieran recibir ya masticado, y darlo remasticado, sin reconocer (o suponerle) capacidad de gobernabilidad y trabajo moral a otros; más que el suyo, y existen los que han pasado boicoteando al que les ganó con el señuelo de «lo moral» para los años venideros, ofreciendo que todo se resolverá en su tiempo. Sin ver su incapacidad evidente en sus propios ojos invidentes.