Editores estadounidenses llegaron a Cuba para mostrar a Barack Obama como la «misma cara del imperio», ante cubanos seducidos por el nuevo presidente de Estados Unidos: el mundo da la impresión de girar al revés en la Feria Internacional del Libro de La Habana.
Obviamente, la «Obamanía» no reina en la isla comunista, pero los visitantes de la feria, que atrae a más de 4 millones de personas, expresan el interés o incluso la admiración que suscita en Cuba el primer negro elegido a la cabeza del enemigo declarado.
«Realmente parece diferente, creo que tiene buenas intenciones para Cuba», dijo José González, un masón de 62 años, frente al único local que ocupa en la feria una editorial norteamericana, entre unos 260 expositores.
La presencia de obras estadounidenses intriga a quienes llegan hasta la fortaleza colonial de San Carlos de la Cabaña, que ejerció como comandancia del guerrillero argentino Ernesto «Che» Guevara tras el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, y cuyos cañones dominan la bahía de La Habana.
Con sede en Nueva York, la casa editora Pathfinder, que defiende una modesta corriente socialista en Estados Unidos, participa cada año en la fiesta literaria cubana, cuya decimoctava edición concluye el domingo en la capital para iniciar un recorrido de casi dos meses por toda la isla.
«Los cubanos nos preguntan qué se puede esperar de Obama. Para nostros es la misma cara del imperio», comentó Jonathan Silberman, quien representa al brazo europeo de la editorial, pues el embargo que aplica Washington a la isla desde 1962 prohíbe participación de sociedades estadounidenses.
Se necesitan más argumentos para convencer a María Miranda. «Démosle tiempo a Obama», pide esta profesora, de 62 años. «No debemos ilusionarnos, pero sí, el despertó una esperanza», añade, en respuesta al representante de Pathfinder.
Incluso un ex candidato a la presidencia estadounidense viajó para moderar las expectativas sobre Obama, quien prometió a los exiliados cubanos eliminar las restricciones sobre los viajes y el envío de remesas, impuestas por su antecesor George W. Bush en 2004.
«Obama tampoco va a permitir al pueblo estadounidense conocer lo bueno que tiene Cuba», sostiene Roger Calero, líder del Partido Socialista de los Trabajadores (SWP, siglas en inglés), que sólo recolectó algunos miles de votos.
«Es negro, ¿y qué? Hay muchos senadores negros en Estados Unidos. Nada ha cambiado por eso», comenta el afable octogenario, antiguo empaquetador de carne y quien emigró de Nicaragua en los años 80.
Sobre los anaqueles de Pathfinder, los clásicos del marxismo, de Lenin a Karl Marx, se codean con libros más recientes inspirados por la tormenta financiera mundial.
«Mira, ¿es Obama? No, Malcolm X». Varios cubanos se lanzan sobre la carátula de una biografía del líder musulmán radical, creyendo reconocer al actual inquilino de la Casa Blanca.
Colaborador de «Militant», diario del SWP, Omari Musa, un obrero de Miami que se define como un «lamentablemente americano», aprovecha la confusión para dar una lección.
«Gracias a los movimientos de liberación como el de Malcolm X, Obama fue elegido. Pero él no hará nada nuevo», sólo receta «cambios cosméticos» para Estados Unidos, asegura este negro de 34 años.
Convaleciente desde hace dos años y medio, el líder cubano Fidel Castro, quien cedió el poder a su hermano Raúl, había elogiado a Obama, pero luego bajó las expectativas de los cubanos al criticarlo en varios artículos de prensa.
«Para mí, Obama nos va a ayudar, pero nuestro gobierno debería mostrarse más accesible», asegura Alejandro Carracedo, un artesano de 30 años que lleva una boina guerrillera como la del Che, antes de desaparecer en los pasillos abarrotados de la feria.
Jonathan Silberman
De la editorial Pathfinder