Los expertos europeos de reclutamiento no imaginan que el Mundial de Sudáfrica-2010 (11 de junio al 11 de julio) perturbe sobremanera el mercado de transferencias, calculando que habrá simplemente un «efecto retraso» hasta que se vuelva a agitar, hacia fines de agosto.
«No es el Mundial el que va a descubrir un poco más a (Cristiano) Ronaldo o (Lionel) Messi», razona con sentido común el ex director deportivo Claude Le Roy, hoy seleccionador de Omán. «Pero para los jugadores de nivel inferior, este evento les permite confirmar o desaparecer», agrega.
Efectivamente, los anónimos pueden aprovechar el efecto lupa para hacerse un nombre.
«Eso puede hacer explotar el mercado de segunda. Pero hay grandes jugadores de pequeños campeonatos que no serán jamás pequeños jugadores de grandes campeonatos», analiza el experto.
«Eso no tiene nada que ver con la calidad intrínseca, es una cuestión de confianza», dice Le Roy al pensar en el ex Lyon Pedretti o en el portero Ettori, «a quien le costó mucho recuperarse después del Mundial de 1982…».
Sin embargo, es un fenómeno a relativizar ya que en el fútbol moderno, nadie se le escapa a nadie. Ningún jugador queda fuera del radar de los ojeadores.
«Los grandes jugadores ya se fueron y ningún inglés o brasileño es «comprable». Es por ello que nos interesamos a las categorías menores», explica el agente Franck Belhassen.
«En 1997, en la final Ghana-Brasil del Mundial Sub-17, ya tenía todos los informes posibles. (Ir a) Sudáfrica es por placer», confirma su colega Ranko Stojic.
«El Mundial no empuja el mercado», analiza el economista del CDES de Limoges Didier Primault, que no olvida la inmensa mayoría de jugadores no implicados.
«Modela el ritmo, pero no la cantidad de transferencias. Para los que no disputan la competición, el impacto existe pero es marginal. Para este año, la conjetura global se tendrá más en cuenta que el Mundial en sí mismo para el mercado», dice.
Por su parte, los clubes compradores enfrentan dos posibilidades: se anticipan o esperan al final, con los riesgos que ello conlleva, pues si un jugador que tienen en la mira explota, su precio también subirá hasta las nubes.
«Si uno es Barí§a o Chelsea, se puede siempre esperar a lo que sucederá para tener el equipo más espectacular, pero incluso los más prestigiosos clubes de Francia no pueden permitirse esperar y deben hacer las incorporaciones lo más inteligentemente posible», explica Le Roy.
«Los grandes compras se hacen antes», confirma el ex seleccionador galo Aimé Jacquet. «En 1998, había tomado mis disposiciones para que los jugadores tuvieran todo arreglado antes. Si no, eso desestabiliza y puede arruinarte un jugador», añade.
En 2006, siete de los 28 jugadores de la final habían cambiado de club durante el mercado de verano (boreal).
Un cifra anormal, que puede relativizarse porque cuatro se marcharon de la Juventus relegada a la fuerza por corrupción (Thuram, Vieira, Zambrotta y Cannavaro), uno cambió de equipo antes del torneo (Grosso), otro a fin de agosto (Gallas) y el último (Diarra) se quedó en Francia.
«Todos los clubes serios ya empezaron las conversaciones en octubre», garantiza Stojic.
En un mercado saturado en el que Eldorado europeo no existe más, las raras sorpresas de Sudáfrica-2010 podrían llegar del continente sudamericano, con Uruguay a la cabeza.