El monstruo Posada Carriles


El Viernes Santo se difundió la noticia que la jueza Kathleen Cardone, de la Corte Federal de El Paso, Texas, emitió una orden que permite la excarcelación del terrorista Luis Posada Carriles. La información abre el debate sobre la incoherencia de la justicia norteamericana, para la cual hay «terroristas buenos» como Posada, a diferencia de otros presos, como los que retienen en Guantánamo, quienes serí­an los «terroristas malos». Esta doble moral queda en evidencia por el proceso que se le sigue por cargos de fraude migratorio y de ofrecer falso testimonio durante el trámite de su ciudadaní­a, sin que ninguno de los jueces decidiera juzgarlo por su prontuario terrorista.

Marco Vinicio Mejí­a

Luis Posada Carriles reconoció la planificación del atentado contra un avión civil cubano que causó la muerte de sus 72 ocupantes. El terrorista «bueno» solicitó la ciudadaní­a estadounidense al considerar que es un soldado americano que ha luchado contra el comunismo. Ingresó ilegalmente en Estados Unidos en abril de 2005, y sólo tras una intensa campaña internacional se logró que lo encarcelaran, si bien sólo lo acusaron de entrada ilegal.

Documentos desclasificados del gobierno de Estados Unidos y de Venezuela, demuestran que Posada Carriles recibí­a instrucciones de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), a la que mantuvo al corriente de sus actividades terroristas.

Posada no califica para optar a la ciudadaní­a al haber sido condenado por un delito grave. Los tribunales panameños lo enjuiciaron por el intento de hacer estallar 15 kilogramos del fuerte explosivo C-4 en un auditorio repleto de universitarios, durante una presentación del presidente Fidel Castro. Por esa conducta ilí­cita fue condenado a nueve años de prisión en 2004. La ley de inmigración de los Estados Unidos establece que un delito de violencia, por el cual la persona es sentenciada a más de un año de cárcel, es una feloní­a con agravantes. Un indulto no elimina ese antecedente en un trámite de inmigración. Tampoco goza de impunidad por esa tentativa criminal cometida en nombre del anticomunismo.

La organización independiente Archivo de Seguridad Nacional, con sede en Washington, publicó hace un año un resumen desclasificado de la CIA que brinda copiosos detalles acerca de los ví­nculos de la Agencia con Posada y Orlando Bosch, su socio criminal, en los sesenta y setenta. Fue reclutado como «experto en demoliciones», a principios de 1965. La CIA mantuvo ví­nculos con Posada después de convertirse en un oficial de alta graduación en la policí­a secreta venezolana, DISIP, entre 1967 y 1974.

Esa relación se mantuvo en todo el perí­odo previo al sabotaje del avión cubano frente a las costas de Barbados, el 6 de octubre de 1976. Entre las personas asesinadas se encontraba una niña de nueve años. Posada Carriles cree que estos actos son propios de un «patriota», pero, si el gobierno estadounidense fuera consecuente con su polí­tica antiterrorista, deberí­a reconocer que Luis Posada Carriles es un asesino, un monstruo creado por la CIA, que no merece la gloria sino el más severo castigo.