El momento oportuno


Aunque las autoridades se han desvinculado de Obdulio Solórzano y niegan que hasta en el partido oficial tuviera alguna participación, el hecho de que fuera un miembro del Comité Ejecutivo de la organización polí­tica obliga a pensar en la urgente necesidad de atajar, de manera radical y con cero tolerancia, cualquier acto de violencia relacionada con el tema electoral. Y ello únicamente es posible enviando un mensaje contundente que implica investigar y esclarecer cualquier hecho de esta naturaleza para castigar a los responsables.


Los dos grandes temas relacionados con el ambiente electoral son el de la violencia y el del financiamiento de las campañas. El primer tema obliga al Estado a tomar medidas terminantes para evitar que se desboque la situación y nos lleve a un baño de sangre de incalculables consecuencias. Y por supuesto que todo pasa por la aplicación de la ley sin dilaciones a partir de investigaciones serias y profesionales realizadas por los entes con competencia para realizar ese trabajo. Ya la CICIG nos marcó pautas de que cuando se quiere hacer un trabajo bien hecho, aun en este paí­s que es el paraí­so de la impunidad se pueden lograr resultados. En el otro tema, que no está desvinculado porque muchas veces la violencia en las elecciones está relacionada con algunas fuentes de financiamiento y con los compromisos que adquieren los partidos con sus financistas, desplazando a unos militantes para encumbrar a otros que pagan mejor por los huesos, no se puede pasar por alto que los dos grandes problemas que hay son el de la utilización de dinero mal habido que sale de las arcas del Estado, además de la inmoral utilización de los recursos nacionales para financiar a partidos oficiales, y la penetración ya comprobada del crimen organizado en las entidades polí­ticas con la intención de asegurar su impunidad y la continuidad de facilidades para mantener sus ilí­citos y corruptos negocios. El deterioro de nuestra gobernabilidad tiene que ver mucho con ambos temas, puesto que la violencia exacerba la frustración de los ciudadanos y la financiación de los proyectos polí­ticos se ha demostrado como una auténtica venta del alma al diablo y eso lo hemos comprobado fehacientemente con el comportamiento de los gobiernos producto de un sistema espurio en el que el dinero sustituye a la mí­stica, la organización y el compromiso ideológico. Nuestros gobernantes, para triunfar electoralmente, requieren dinero en cantidades millonarias y los miembros del crimen organizado saben que aportando pueden no sólo lavar el dinero sucio, sino, además, tener del cogote a los triunfadores con lo cual se garantizan todo tipo de inmunidades para seguir hundiendo al paí­s en la corrupción.