El 7 de julio de 2011 fue dada la voz de alerta sobre la desaparición de Cristina Siekavizza Molina de Barreda, hija del doctor Juan Luis Siekavizza y la señora Angelis Molina de Siekavizza. Roberto Eduardo Barreda de León, su esposo, especuló que se trató de un secuestro. Roberto Barreda es hijo de los exmagistrados Roberto Barreda y Beatriz Ofelia de León de Barreda, ex Presidente del Organismo Judicial, cuya desazón es comprensible.
Cristina nunca llegó al colegio, como lo hacía a diario, para recoger a sus niños. Roberto Barreda especuló que seguramente Cristina salió a caminar y meditar por el parquecito del condominio donde residían y allí la secuestraron. Pero nadie se comunicó para pedir rescate.
Los familiares, amigos y compañeros de estudio de Cristina idearon una campaña de divulgación en medios masivos de comunicación. El caso de Cristina Siekavizza se proyectó profundamente hacia la opinión pública, pero no hubo respuestas. Había dudas y el misterio continuó con las más variadas presunciones. La sociedad guatemalteca se conmovió y quedó en un suspenso que en la actualidad persiste.
La versión de Olga Petrona Say, doméstica de los Barreda Siekavizza, sobre la golpiza que vio darle a Cristina (el Ministerio Público ´MP´ fundamenta la sospecha de que Roberto Barreda utilizó un bate de beisbol) y el peritaje realizado por el MP en el auto de Barreda al encontrar alfombras mojadas, piezas cambiadas y sangre dentro de la casa, sumado a la fuga de éste con sus hijitos pagando sobornos y presumiblemente utilizando influencias de sus padres, dieron otra hipótesis: Asesinato.
Barreda fue arrestado en México y lo extraditaron a Guatemala. A sus hijitos los trajeron en otro avión y fueron entregados a sus abuelos Siekavizza Molina para su custodia.
Como sabe cualquier persona con sentido común: Si no hay cuerpo, no hay delito. Pero las pruebas circunstanciales en el caso son abrumadoras. Los jueces tienen un caso desmesuradamente delicado en sus manos. Los ojos del mundo están puestos sobre Guatemala por este específico caso que pone, una vez más, a prueba al sistema de justicia en Guatemala.
Las preguntas oportunas son: ¿Qué ocurrió con el cuerpo de Cristina Siekavizza? ¿Quiénes hicieron el macabro trabajo de desaparecer su cuerpo?
Vox pópuli… esa sutil voz que hiende subrepticiamente con el viento entre los mercados, autobuses, peluquerías, supermercados, filas en la SAT, municipalidad, instituciones públicas y privadas, estadios, universidades, etc., activa la imaginación de los guatemaltecos y el murmullo genera especulaciones de lo más descabelladas que se escuchan como ancestrales ecos inquisidores. ¿Que si el cuerpo fue lanzado al mar desde un avión? ¿Que si fue incinerado? ¿Que si fue reducido a nada por ácidos o medios químicos? ¿Que si fue lanzado dentro del cráter de un volcán activo? ¿Que si lo lanzaron en lo más profundo de una selva?
Cristina Siekavizza descansa en paz, en espera de su resurrección con la segunda venida de Jesús, como promete la Biblia… No falta mucho.