Sin muchas sorpresas, el presidente ílvaro Colom anunció el aumento al salario mínimo en poco más del 7 por ciento, una cifra ya habitual en los últimos años, lo que equivale, hoy día, a aumentar en cuatro quetzales diarios al costo de la fuerza laboral.
¡Cuatro quetzales! Habría que hacer una lista de lo que se puede hacer con cuatro quetzales, y seguramente en ninguna circunstancia podremos concluir que ello sacará de la pobreza a las clases bajas. ¿Y éste es el Gobierno de los pobres? Terreno fértil para continuar con la poca transparencia de Mi Familia Progresa.
La propuesta de organizaciones sociales era la de equiparar el salario mínimo con la canasta básica alimenticia (porque la canasta básica vital está aún muy lejos), para lo cual se necesitaba un aumento del 22 por ciento.
Claro, esto no es culpa del gobierno de Colom. El problema es que gobiernos anteriores al de él, es que descuidaron ese desfase entre salario mínimo y canasta básica. Para cualquier presidente es muy difícil aumentar por decretazo en 22 por ciento el salario mínimo. Sin embargo, era una buena oportunidad para que el «Gobierno de la Solidaridad» demostrara de qué está hecho y a quién buscan favorecer.
Cualquiera que hubiera sido el porcentaje de aumento al salario mínimo, el presidente Colom siempre habría caído en desgracia con los empresarios, que siempre se quejarán de pérdidas y amenazarán con despidos. Así que el mandatario se hubiera apretado el cinturón para aguantar un período de crisis (así como aguantó la crisis del Caso Rosenberg o la embestida en contra del ajuste fiscal) y hubiera equiparado salario mínimo con canasta básica, aprovechando la coyuntura de este año que no hubo mayor inflación.
La única forma que hubiera quedado bien con los empresarios era haber dejado sin aumento el salario mínimo, tal y como favoreció en todo este año a las maquilas, que habían solicitado unos cuantos meses (tres o cuatro) sin aumento, pero ellos hubieran preferido que fueran unos 24 meses sin incremento del salario mínimo. De cualquier manera, como le habrá quedado claro, las empresas se recuperan, porque los empresarios son hábiles para hacer crecer sus negocios.
El presidente Colom habla de proponer un nuevo sistema de incrementar el salario mínimo, ya que las mesas de diálogo no funcionan y es la figura del mandatario que ha aumentado (o no) año con año. Sin embargo, el mejor sistema es proponer un incremento anual según la inflación acumulada de los doce meses, pero ello implica que el salario mínimo debería estar equiparado con la canasta básica.
Sería el Instituto Nacional de Estadística (INE) el encargado de fijar, con cálculos matemáticos, el precio de la canasta básica alimenticia/salario mínimo, y sería el Ministerio de Economía, en unión con los empresarios, en intentar detener el alza de los productos para que no haya tanta inflación, y, en consecuencia, no haya tanta alza en salarios.
Una vez equiparado el salario mínimo con la canasta básica y establecer el aumento según la inflación interanual, también se podría proponer el salario por productividad, tantas veces propuesto por la iniciativa privada; de esa forma, los trabajadores tendrían garantizado el acceso a la canasta básica y, con bonos por productividad, podrían obtener ganancias adicionales.
Pero, seguramente, yo soy muy ingenuo para creer en estas posibilidades. No sé por qué el actual gobierno insiste en llamarse «solidario».