Guatemala es un país multicultural y no escapa, como una de ellas, a la cultura del miedo. Los Conquistadores sembraron las semillas del miedo a los pobladores de las primeras plazas formadas en la Nueva Guatemala. Uno de los miedos profundos de inicio es el del infierno y de allí se derivaron leyendas satánicas que se convirtieron en folclore: El Sipitillo, el Sombrerón, La Llorona, La Siguanaba, el Duende, etcétera.
La Biblia cristiana también hace referencia al miedo en el Apocalipsis: El miedo a la enfermedad, a la pobreza, a la guerra y a la muerte está presente en la iconografía apocalíptica tradicional. Los cuatro jinetes del Apocalipsis.
El miedo es una característica propia de la sociedad humana: inicia en la base de su sistema educativo. Desde allí el niño aprende que existe el estímulo y el castigo y de alguna manera, desde los ámbitos sociopolíticos, económicos y de la filosofía, el miedo se ha identificado como una de las características de la sociedad posmoderna; el ser humano sabe que su sociedad ha llegado a la incertidumbre de la posibilidad de su propia destrucción y extinción. En fin, desde el punto de vista genérico, el miedo es el enemigo más grande del hombre. Es uno de los elementos que destacan para frenar su trabajo y su desarrollo y los guatemaltecos no escapan a este enemigo mortal del ser humano.
Joanna Bourke, autora de Fear: a Cultural History (El miedo: una historia cultural) revela que el miedo, como un sentimiento colectivo e individual, varía con las épocas y los contextos históricos. Esta investigadora sostiene que el principal transmisor actual del miedo son los medios de comunicación masivos, pero es necesaria la credulidad de la sociedad para que el pánico estalle. Tras estudiar los archivos históricos, la autora muestra cómo entre 1947 y 1954 estalló un pánico colectivo ante el abuso sexual de niños, pese a que los periódicos llevaban años publicando ese tipo de noticias. Otro caso estudiado por la autora es el pánico colectivo desatado por la retransmisión de La guerra de los mundos por Orson Welles en 1938, cuando una ficción radiada sobre un ataque alienígeno a la Tierra desató la alarma entre los estadounidenses.
Según Joanna Bourke, la profesionalización de los provocadores del miedo es una característica de nuestra época. A pesar de que sólo diecisiete personas murieron a causa de actos terroristas en Estados Unidos entre 1980 y 1985, el periódico New York Times publicó un promedio de cuatro artículos sobre el terrorismo en cada edición. Entre 1989 y 1992, sólo treinta y cuatro estadounidenses murieron como consecuencia de actos terroristas en el mundo, pero más de 1300 libros fueron catalogados bajo el rubro de «Terroristas» o «Terrorismo» en las bibliotecas estadounidenses.
La autora concluye que el miedo es también un arma de dominación política y de control social. Son diversos los autores que denuncian el uso político del miedo como forma de control de la población, haciéndose hincapié en la creación de falsos escenarios de inseguridad ciudadana.
Si aplicamos los estudios de Joanna Bourke a las condiciones sociopolíticas y económicas de Guatemala, ¿desde qué ángulo ve el lector el asesinato ordenado y permanente de choferes de camionetas y el terrorismo que a diario campea, particularmente en la Capital, en donde vive la mayoría de votantes?
Entre los guatemaltecos el miedo se palpa… se toca. ¿Cómo salir de allí? Plantee usted la respuesta estimado lector (a).