Justamente el día de ayer se celebró el Día del Trabajo fecha que invita a la reflexión por las condiciones que caracterizan este mercado en Guatemala. De hecho, el mercado de trabajo es aquel en donde se establecen las relaciones entre trabajadores y empleadores, en donde los primeros buscan obtener una oportunidad para desarrollar su actividad laboral y los segundos buscan obtener mano de obra que pueda contribuir con su actividad productiva.
Este tipo de relaciones se encuentran contempladas dentro del Código de Trabajo y al Ministerio de Trabajo corresponde cautelar que este tipo de relaciones laborales sean justas, equilibradas y se desarrollen en un ambiente sano de negociación, así como que a los trabajadores se les otorguen condiciones justas y dignas de trabajo en los centros laborales correspondientes.
En Guatemala el mercado de trabajo se caracteriza por su fragmentación y por su baja capacidad de absorción de trabajadores, así como por distorsiones serias en cuanto todavía tenemos una gran proporción de trabajo infantil que realiza muchas actividades que resultan peligrosas como picar piedra y la producción de cohetes, fuera que se incorporan tempranamente a la agricultura en apoyo de sus padres para mejorar la cantidad de producción diaria y así mejorar los ingresos correspondientes.
Otra de las distorsiones del mercado laboral es el subempleo, que según cifras oficiales del INE se encuentra en un 56%; este segmento de trabajadores son aquellos que no encuentran una actividad laboral permanente y se emplean por horas en la semana o bien aquellas personas que contando con un perfil laboral específico se ven obligadas a emplearse en otro tipo de trabajos. Igualmente el desempleo abierto, que son aquellas personas que se encuentran sin empleo y buscando oportunidades, este alcanza un porcentaje del 4% en el 2011; es decir que unas 230 mil personas más que en el 2010, buscan empleo.
La informalidad una de las expresiones más contundentes de un mercado de trabajo fragmentado y restringido y este refiere que el 71.3% de la población trabaja en este sector; de este porcentaje el 85.1% corresponde al área rural y el 85.9% son indígenas; en suma la gran masa de trabajadores se ubica bajo el manto de la informalidad, que no es más que el resultado de un mercado laboral insuficiente, poco dinámico y que recoge, en buena medida, un sistema económico que muestra muchas fallas y el balance del empleo es una de sus peores manifestaciones.
En cuanto a las actividades productivas y su capacidad de generar empleo, según datos del INE, 2 millones de personas se encuentran vinculadas a la agricultura, mientras que la industria absorbe un total de 171 mil personas, el comercio registra un total de 958 mil personas, los servicios incorporan a un total de 1.4 millones de personas al empleo y 223 mil personas trabajan en el resto de actividades productivas.
Como se puede observar, todavía el mercado laboral no permite la completa absorción de las personas que se incorporan al mismo, produciendo todavía porcentajes muy elevados en materia de subempleo y de informalidad, características que evidencian mayor necesidad de profundizar el mercado laboral, lo cual implica en ampliar el abanico de inversiones en diferentes campos de la actividad productiva; mayor capacitación de la mano de obra para generar un perfil mayormente especializado de trabajadores; reducir los niveles de explotación laboral en el campo y la ciudad y modernizar la autoridad en materia laboral, para que efectivamente pueda cautelar las relaciones laborales y ser más eficiente en conciliar por la vía administrativa. El papel del empresariado es también un elemento crucial en mejorar este mercado, pues todavía se conocen casos de niveles salariales bajos y mecanismos de explotación propios del siglo dieciocho.
Augusto Monterroso al respecto del mercado de trabajo decía: “Mientras en un país haya niños trabajando y adultos sin trabajo, la organización de ese país es una m…”