El mercado internacional del arte parece ignorar por el momento la crisis financiera y en las salas de venta de Nueva York los precios siguen por las nubes.
«Vamos, por 920, 940. ¿Por qué no 950? 960 si quieren», alienta con habilidad el rematador Hugo Weihe de Christies por un óleo del artista indio Subodh Gupta. «970. ¿Alguien más?»
El martillo cae en 970 mil dólares, es decir cerca de un millón de dólares con la comisión incluida.
En dos horas, la subasta de arte moderno y contemporáneo del sudeste asiático totalizó el martes 12,6 millones de dólares, incluyendo un dibujo del indio Francis Souza, tasado en 3 mil dólares, que se vendió por 28 mil.
No se trataba de una venta de la envergadura de la realizada el mismo día en Londres, donde el artista británico Damien Hirst se vendió por un récord de 111 millones de libras (198 millones de dólares) en Sotheby»s.
La subasta londinense que incluía un tiburón y otros animales conservados en formol, batió el récord anterior de 20 millones de dólares de Pablo Picaso, por una venta dedicada a un solo artista.
Sin embargo, al igual que la extravagante subasta de Sotheby»s, el excelente desempeño de Christie»s en Nueva York demostró hasta qué punto el mercado del arte hasta el momento hace oídos sordos al pánico de las finanzas en crisis.
Alentados por la voz calma y seductora de Weihe, los coleccionistas hacen gestos discretos para registrar su ofertas. A un costado, dos filas de asistentes susurran informaciones por teléfono a clientes invisibles.
La quiebra de Lehman Brothers, la nacionalización de la aseguradora AIG y las corridas bursátiles en el mundo entero parecen ser de otro planeta.
«Es cierto que estamos completamente desfasados con lo que está sucediendo», dijo Conor Macklin, marchand de la galería Grosvenor de Londres, de visita en Nueva York.
Max Rutherston, otro marchand de la galería Sydney L. Moss de Londres, explicó que el mercado del arte está protegido por un colchón de compradores muy ricos.
«El sector más alto está impulsado por gente que hizo mucho dinero en otro lado. Es una especie de juego de apuestas de alto nivel, donde el que acierta puede obtener grandes ganancias, especialmente con el arte contemporáneo», dijo Rutherson.
Según él, el mercado del arte terminará inevitablemente padeciendo el impacto de la crisis económica mundial.
Sin embargo, agregó, «esto tiende a suceder dos o tres años después de que la crisis afecta a otros mercados. Siempre fue así. No sé si es porque la gente niega la realidad», comentó Rutherson.
Una coleccionista privada, la holandesa Eegje Schoo, opinó que el mercado del arte logrará esquivar la crisis.
«Creo que hay un grupo de gente que decidió que se trata de una inversión más segura que otras. Y va a seguir creciendo», dijo Schoo.
En la sala de ventas, las pujas continúan, impertérritas.
Un hombre que toma té en la última fila acaba de comprar una caja de aluminio por 160 mil dólares. Una obra que representa a inmigrantes pobres de la India se vendió por casi un millón de dólares.
De los 126 lotes en venta, 84 hallaron comprador. Ayer, en otra venta, un Buda tibetano cambió de manos por 3,6 millones de dólares.
Como dijo Weihe tras la subasta: «Siempre hay una categoría de coleccionistas inmunes a los cambios económicos. Están en otra categoría».