Wall Street se congratuló el lunes de la presentación del esperado plan gubernamental para despojar a los bancos estadounidenses de sus activos invendibles, pero según algunos analistas nada asegura que el programa alcance el objetivo esperado.
El plan presentado por el secretario del Tesoro, Timothy Geithner, prevé la utilización de 75 mil a 100 mil millones de dólares en fondos públicos a fin de ofrecer a los inversores privados los incentivos necesarios para que compren a los bancos préstamos y títulos inmobiliarios a riesgo.
Ello ayudó a la Bolsa de Nueva York a registrar su mejor sesión del año: el Dow Jones ganó 6,84%, su mejor performance en casi cinco meses y el Nasdaq 6,76%.
El dinero público debería habilitar la garantía de inversiones mucho más importantes por parte del sector privado, permitiendo movilizar 500.000 millones de dólares, y potencialmente un billón (un millón de millones), para sacar de los balances bancarios esos activos invendibles.
Según Mark Zandi, jefe de economistas de Moody»s Economy.com, el plan tiene «buenas posibilidades de éxito». Pero principalmente porque su éxito «depende poco de los inversores privados y mucho más de la compra directa por parte del gobierno de los activos problemáticos de los bancos», afirmó.
Según Zandi, el éxito estará asegurado si se logra que «un puñado de inversores» entren en juego, permitiendo la puesta en práctica de licitaciones que permitirán finalmente fijar un «precio justo» para esos activos.
La determinación de ese precio justo será la principal dificultad para Geithner, porque cada uno de esos productos financieros es único y complejo, factor que desalentó a su predecesor Henry Paulson de poner en práctica dos proyectos similares: el primero basado enteramente en el sector privado y el segundo en el sector público.
Para interesar a los inversores, los títulos deberán ser ofrecidos con un fuerte descuento en relación a su valor nominal. Los bancos podrán en consecuencia ser reticentes aceptar la correspondiente devaluación de sus activos, que podrían hacerlos caer nuevamente al rojo.
«Los precios deben ser lo suficientemente bajos para interesar a los inversores pero no demasiado para no desalentar a los bancos de vender esos activos al nuevo sistema», subrayó Frederic Dickson de DA Davidson & Co.
«A primera vista, existe la posibilidad de que incluso con un subsidio (estatal) en materia de financiación, los precios ofrecidos (por los activos) sean inferiores a los precios a los cuales están contabilizados en los balances, lo que afectará los fondos propios de los bancos y reducirá probablemente su interés», subrayó Julia Coronada de Barclays Capital.
Según Robert Brusca, de FAO Economics, el gobierno propuso un mecanismo interesante para los inversores: recibirá la mitad de los eventuales beneficios de su plan, pero «debe adelantar 92% del dinero».
Brian Bethune de IHS Global Insight subrayó que el Tesoro logró avances considerables para clarificar su plan de estabilización financiera. Pero «todavía hay camino por hacer antes de concretar las transacciones de los activos heredados del pasado que permitirían a los bancos reanudar la marcha».