«El mensaje es que pueden seguir con la violencia, no es grave, no importa»


Marie-France-Irigoyen:

Durante los dí­as 16 y 17 de noviembre se realizó el Seminario Internacional sobre la Violencia contra las Mujeres, Adolescentes y Niñas: «Ver, enfrentar y resolver». La actividad fue organizada por la Vicepresidencia de la República, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Embajada de Francia en Guatemala. La psiquiatra francesa, Marie-France Irigoyen, participó como ponente durante el Seminario y en esta entrevista se refiere a las causas que originan la violencia contra las mujeres, a las secuelas individuales y colectivas que produce, a los efectos de la impunidad y a los compromisos que se deben asumir para erradicar este flagelo.

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Marie-France-Irigoyen:

– MMMP: ¿Cómo se define la violencia contra las mujeres y qué tipos de violencia contra las mujeres existen?

– Marie-France Irigoyen (MFI): Es una violencia que se ejerce contra las mujeres porque son mujeres y toma diferentes registros. Cuando se habla sobre la violencia contra las mujeres, se habla sobre la violencia fí­sica que es lo que se ve; pero la violencia no es solamente una agresión puntual, es un modo de relación que está basado en el control y en el dominio. No hay nunca violencia fí­sica, sin que haya existido, antes y durante, violencia psicológica para preparar a la mujer a aceptarla. En esta violencia psicológica hay aislamiento, para que no tenga el poder su familia y sus amigos; hay humillaciones; descalificación, para que pierda la estima propia; hay control para vigilar lo que hace y no darle mucha libertad a la mujer; hay celos, pero no celos porque se ama, celos porque la mujer me pertenece.

Esta violencia toma lugar progresivamente, la mujer poco a poco la acepta porque se acostumbra desde el principio a que «no es tan grave», y es así­ como poco a poco se instala. Cuando la violencia fí­sica llega, la mujer no reacciona, y si no reacciona, es justamente porque fue preparada. Al mismo tiempo hay siempre violencia sexual, y no es una violencia para tener placer sexual, no está dentro del registro de una relación amorosa, es una forma de dominar y de humillar a la mujer. Esta también es una manera de decirle: «tú me perteneces, eres mi objeto sexual».

En el registro está la violencia económica, que va en el registro del control, y busca impedir a la mujer el tener autonomí­a material, porque si es autónoma, puede escapar. Creemos que todas estas formas de violencia, que pueden ser descritas como violencias diferentes, son la misma cosa. Se busca colocar a la mujer como perteneciente al hombre que la domina.

Lo que me parece interesante en un paí­s como Francia, en donde las mujeres han tomado mucha autonomí­a, hubiéramos podido pensar que la violencia contra las mujeres habrí­a disminuido, pero es todo lo contrario. Como las mujeres son más autónomas, ganan dinero, entonces hay más control del hombre y existe más dominio porque ellos tienen la impresión de perder algo, en todo caso, perder su poder. Los hombres se encuentran fragilizados ante ellos mismos. Si los hombres tienen la necesidad de controlar o tuvieron la necesidad de controlar a las mujeres todo el tiempo, es porque las mujeres tienen un poder que no tendrán ellos, que es el poder de tener hijos.

Ciertos hombres tienen la impresión de que las mujeres tienen todo: tienen hijos, se encargan de la casa, trabajan, son capaces de ganar dinero. En el fondo, muchos tienen la impresión de que las mujeres no tienen necesidad de ellos, y eso es muy difí­cil para algunos hombres. Esto explica por qué los hombres intentan recuperar el poder por medio de la violencia.

– MMMP: ¿Qué secuelas sufren las mujeres ví­ctimas de la violencia y quiénes están en su entorno?

– MFI: Una mujer que es ví­ctima de violencia pierde su integridad, es un ataque directo de la vida que está en ella y por eso ella se apaga. Constantemente, el éxito de la violencia es lograr que la mujer no pueda, no sé exactamente qué palabra utilizar, lo que se busca es que no sea superior. Entonces se le oprime a la mujer para que esté en una posición de sumisión. Las mujeres que son ví­ctimas de violencia viven en angustia, tienen enfermedades que pueden ser graves, pueden tener sí­ntomas de diferentes cosas. Psicológicamente, están desestabilizadas, algunas deprimidas y pueden llegar a querer suicidarse. El problema también es que todo este sufrimiento de la mujer es algo que les transmite a sus hijos. Una madre que es ví­ctima de violencia no tiene la misma disponibilidad para sus hijos, ya que si ni ella misma se protege, no está en situación de poder proteger a sus hijos. Al mismo tiempo, lo que me parece muy grave y explica la transmisión de la violencia, es que los niños que viven estas situaciones -en las cuales el padre agrede a la madre, la golpea, humilla y maltrata- van a pensar que es normal hacer esto.

Los niños guardan un conflicto interno porque aman a su padre, aman a su madre, y en el fondo no comprenden, ni saben a quién deben escoger, ni qué pensar de todo esto. Lo que ahora se sabe es que un niño que es testigo de violencia, es un niño que es ví­ctima de violencia, pero va más lejos. Hubo estudios que se realizaron en ífrica que demostraron que bebés en el interior de sus madres reaccionan también a la violencia fí­sica, psicológica y verbal que sufre la madre. Esto hace que cuando nacen ya estén traumatizados. Muchos padres piensan que la violencia no es grave o es menos grave cuando los niños son pequeños y que no pueden comprender. Pero es todo lo contrario, su cerebro puede alterarse más por la violencia y el estrés. Esto se sabe porque ya ha habido muchos estudios con imágenes cerebrales, y se concluyó que niños que presenciaron la violencia familiar tienen un traumatismo fí­sico cerebral. Lo que se sabe también es que cuando se fue ví­ctima de violencia en la niñez, se puede tener más riesgo de ser violento cuando se crece, a causa del estrés postraumático del cual estaba hablando.

Esto nos dice que cuando no se protege a los niños y las niñas, es muy seguro que se va a reproducir la violencia en la generación siguiente.

– MMMP: ¿Eso explica por qué en Guatemala hay una violencia dentro de las casas pero también hay una violencia generalizada en la calle, en los centros de trabajo?

– MFI: Sí­. í‰sta es una de las explicaciones, sin embargo no es la única. La explicación que se puede dar también es que hay una forma de condicionamiento social. Es decir, cuando un hombre, un niño, aprende por experiencia que su violencia no es reprimida, va a continuar. Pero hay algo más: los niños que vivieron violencia, cuando se convierten en adultos, por el estrés postraumático, podrí­an desarrollar patologí­as narcisistas o ser psicópatas. Estos psicópatas son personas que contrariamente a las personas normales, no tienen miedo de la violencia y son tranquilizados o calmados por la violencia, es decir, tienen necesidad de la violencia para funcionar bien. Es un cí­rculo vicioso que si no se reacciona muy temprano desde que son niños, cuidándolos y sacándolos del medio violento, sabemos que vamos a reproducir la violencia y que ésta va a tomar muchí­sima más amplitud al interior y el exterior de la familia.

– MMMP: ¿Por qué los cuerpos de las mujeres asesinadas son mutilados, tienen señales de tortura, o se escriben mensajes en ellos?

– MFI: Yo creo que el objetivo no es solamente matar, es más bien enviar un mensaje de descalificación, no solamente de esa mujer, sino de todas las mujeres. Es un mensaje global de los hombres para decir que una mujer no vale nada, que todas las mujeres no valen nada. Es un mensaje muy fuerte, es muy preocupante.

– MMMP: ¿Qué mensaje se le da a la sociedad cuando la impunidad en los casos de violencia contra las mujeres alcanza el 98%?

– MFI: Esto es algo que me golpeó mucho aquí­ en Guatemala, tal vez más que el resto, que frente a esta violencia terrible, no hay castigo. Hay otra forma de violencia, que es la violencia del dejar de hacer, del dejar pasar, de la indiferencia. La única manera de poder detener esto es sancionar y pasar un mensaje muy fuerte, pero aquí­ el mensaje que se hace pasar es el contrario: «pueden seguir con la violencia, no es grave, no importa». Se puede pensar que el mensaje que se quiere dar es éste: «bueno, asesinar a una mujer no es nada».

– MMMP: ¿Qué tipo de atención y de abordaje debe darse a las ví­ctimas de violencia de parte del Estado?

– MFI: Creo que lo que es esencial es que el Estado diga no solamente bonitas palabras al aire, sino que diga verdaderamente: «Basta, ya no queremos esto». Y la única forma de lograr esto es a través de sanciones extremadamente graves contra los agresores, y no solamente contra ellos, sino también en contra de los que dejaron que esto sucediera, los que no hicieron nada, los que han protegido al agresor. Pienso que mientras los polí­ticos y los jueces no tomen en cuenta estos temas, no lograremos salir de esta violencia.

– MMMP: ¿Cómo se rompe el cí­rculo de la violencia?

– MFI: Creo que para poder salir de esto se necesitan palabras muy fuertes. Estoy muy impactada al percatarme que en los paí­ses en donde ha habido reacciones, se han dado a partir de mujeres que crearon asociaciones. En algún momento, hubo una toma de conciencia y estas mujeres llevaron a la sociedad a reaccionar. Lo que me parece importante entender es que ésta no es sólo una historia de mujeres, es decir, que para que el cambio pueda hacerse, también tienen que integrarse los hombres (…) Al mismo tiempo hay que hacer algo de una manera multidisciplinaria, es decir, tiene que haber un punto de partida que son obviamente las asociaciones, y que sean tomadas en cuenta por los polí­ticos y los jueces. Para que las leyes sean aplicadas se necesitan jueces. A lo que voy con esto, es que se necesita un gran grupo de personas, hombres y mujeres, para que las cosas puedan cambiar.

– MMMP: ¿Por qué hay tanto silencio y pocas denuncias alrededor de la violencia contra las mujeres?

– MFI: Si las mujeres no denuncian no es únicamente a causa del miedo, sino también porque están condicionadas a aceptar esta violencia. En el fondo consideran que es normal ser tratadas así­. Primero, en todos los casos de violencia se invierte la culpabilidad, pues el agresor «es el que tiene la razón de actuar así­», y «la ví­ctima es culpable de que la traten así­». La mujer intenta mejorar lo que hace, lo que es, y ella exculpa a su agresor, de alguna manera lo protege. Hay otro hecho que es que este hombre que la agrede, es un hombre que ella ama, y es el padre de sus hijos, y no es imaginable pensar que alguien que uno ama quiera herirla. Y porque no lo imagina, no lo ve, entonces se interpretan los hechos de violencia como accidentes, «no es su culpa, él habí­a bebido mucho, él estaba cansado, tiene preocupaciones», etc. Pero en realidad no ven las mujeres que el hombre tiene un comportamiento inadmisible.

De cierta forma se puede decir que para ellas no es violencia, es un comportamiento normal. El papel de las personas externas es hacer las preguntas: «Â¿te parece esto normal?, ¿te parecerí­a normal si fuera con alguien más?». Desde el exterior debemos poder ayudar a las mujeres a abrir los ojos sobre lo que pasa, porque solas es muy difí­cil que puedan hacerlo.

– MMMP: Cuando uno ve la situación de Guatemala, en donde en tres años se han asesinado mil 960 mujeres, es muy difí­cil pensar que esto se puede detener, sin embargo debemos luchar por erradicar este flagelo. ¿Por dónde empezamos?

– MFI: Creo que se necesitan eventos como el que hubo recientemente y exigirles a los polí­ticos una polí­tica muy severa con respecto a la violencia. Por supuesto, hay aspectos económicos, porque incluso tenemos el problema de las «maras» y los narcotraficantes, pero hay una necesidad de una toma de posición muy fuerte de los polí­ticos. Yo pienso que no hay razón para que la violencia no se pueda detener. Guatemala es un paí­s muy bonito, con gente muy linda, y lo que es muy difí­cil es ver que gente tan linda y tan buena pueda vivir en el medio de toda esta violencia. Hay que detener esto y pienso que es el papel de los polí­ticos dar el primer paso.