El anciano Charles Scott se había jubilado dos años atrás, pero eso no significó que bajara el ritmo de su actividad.
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Desde que amanecía hasta muy entrada la noche, se le veía ir y venir regalando su ayuda.
De esa forma, cortaba leña para una mujer enferma, cuidaba algún niño mientras la mamá iba de compras, o les contaba bellas historias a los chicos de la vecindad. Era un gran amigo de todos.
Pero cierta mañana, resbaló al salir de su casa y se fracturó la cadera; debido a lo avanzado de su edad se le complicó y falleció poco después.
Pero sus vecinos aún lo sienten en el barrio, porque aunque no hay ningún monumento a su memoria Charles dejó hermosos recuerdos de la amistad verdadera.
SEMBREMOS CARIí‘O Y COSECHAREMOS AMISTAD.