EL MALIGNO ANTICRISTO


Es cuestión de preguntarle a ese individuo cuáles son las enseñanzas de la doctrina cristiana que por ser dañina para la humanidad deben de ser combatidas y arrancadas de raí­z.

Dr. Carlos Pérez Avendaño

Porque en una sociedad como la guatemalteca en donde pulula la canalla, en donde el engaño, la mentira y la corrupción nos hacen sentirnos pesimistas y prisioneros de la desesperanza, la búsqueda del bien es el único camino para sobrevivir y ahora resulta que Aquel que fue traicionado, fue negado, fue abandonado y luego crucificado, es un maligno al que precisa destruir.

Por lo visto ese intruso puertorriqueño pretende que en Guatemala se instale un movimiento tendiente a deshacerse de los lí­deres cristianos porque precisa eliminar a Aquel que personifica el bien aquí­ en la Tierra. Precisa acabar con Cristo.

Todos los guatemaltecos sentimos que nuestra Guatemala está muy enferma, que necesita de urgencia de Alguien que le alivie, y si posible, le restablezca la salud perdida. De lo que menos necesita nuestra Guatemala es de alguien que, alienado, la enferme más.

Si el susodicho individuo se declara anticristo, se autocalifica aliado del mal, pues ha decidido ubicarse al lado del maligno. Es esa la única acepción que cabe para el término «anticristo».

La decisión del gobierno guatemalteco de denegarle la entrada fue muy acertada. Es que si un conocido secuestrador o un famoso narcotraficante decide encabezar un su movimiento y pretenden solicitar se les confiera los derechos del caso, creo que la repulsa serí­a unánime.

¿Habrí­a alguien que ante la solicitud de un extraño que dijera encabezar un movimiento en pro de la poligamia, tendiente a otorgar a la mujer casada el derecho a copular libremente, sin cortapisas con cualquier otro que no fuera su marido, serí­a acertado abrirle las puertas?

Un alguien que encabezara ese movimiento y se le autorizara dictar conferencias a las niñas de los colegios para convertirlas en promiscuas sexuales serí­a un signo de que el maligno se ha posesionado de nuestra sociedad guatemalteca. ¿No serí­a ese alienado un anticristo en todo el sentido de la palabra?

Bendito el dí­a en que Guatemala cerró sus puertas al anticristo. Felicitaciones a aquellos funcionarios del gobierno que tuvieron a bien así­ hacerlo.