El mal ejemplo


Editorial_LH

Tanto en la vida de los hombres como en el de las sociedades, los ejemplos recibidos tienen enorme influencia para determinar el comportamiento y eso ocurre, sin duda alguna, en el plano de la política mundial. Cuando la mayor potencia “democrática” recurre a métodos policiales para controlar a sus ciudadanos, espiando sus comunicaciones privadas y aun los mensajes más íntimos, no se puede esperar que otros países con menor costumbre de respeto a la ley, de respeto a las garantías individuales, puedan actuar de manera distinta. Si hasta Estados Unidos escucha conversaciones e intercepta correos electrónicos, chats y cualquier otra forma de comunicación moderna, cómo puede pretenderse que otros países con eterna vocación de espionaje hagan las cosas distintas.


La tecnología actual es de tal calibre que muy pocas cosas no se pueden hacer. Programas informáticos de escuchas telefónicas hay en el mercado hasta en forma gratuita, no digamos los más sofisticados que clasifican la información recabada para usos de inteligencia. En Internet hay programas para interceptar los chats de programas comunes como el Whatsapp y aun para el que se suponía más seguro de los blackberry messanger, no digamos para escuchar conversaciones de plataforma Voip.
 
 Vivimos en un mundo en el que se perdió por completo el derecho a la privacidad y en el que los riesgos de que la información personal sea mal utilizada crecen cada día. Los Estados, llamados a proteger esos derechos ciudadanos, son los primeros que los vulneran, dizque para protegerse de enemigos internos y externos, pero en realidad todos sabemos que cuando se dice que información es poder, lo que en el fondo significa es que quien tiene nuestra información nos tiene del pescuezo, para no decir otra expresión más certera pero grosera.
 
 Y es absoluto el estado de indefensión del ciudadano porque no hay a quien recurrir. Se sabe de plataformas de espionaje que operan grupos de poder económico que tienen cuadriculados a todos los funcionarios, mientras éstos tratan de hacer lo propio en funciones de contrainteligencia, mientras que el resto, el común de los ciudadanos, terminamos sometidos a que nos roben nuestra información tirios y troyanos, dependiendo desde luego del interés que esa información pueda generar.
 
 No podemos quejarnos ante nadie ni internamente ni afuera del país porque se ha sentado el precedente, ratificado y avalado por el gobierno del progresista y liberal Barack Obama, de que la recolección de información privada de los ciudadanos es indispensable para garantizar la seguridad. En nombre de eso, los ciudadanos de todo el mundo son espiados sin misericordia y su información utilizada con los fines públicamente expuestos o con objetivos aviesos que no se conocen.

Minutero:
El espionaje es muy viejo 
pero nunca fue tan absoluto; 
le saben, al listo y al bruto 
hasta el pensamiento reflejo