«Dichosísimo aquel que corriendo por entre los escollos de la guerra, de la política y de las desgracias públicas, preserva su honor intacto.»
Simón Bolívar
Es complicado identificar la moral de una persona, más aun siendo las leyes morales, legales y religiosas escritas por personas, si hacemos una panorámica de todos los abogados que: a) Puedan optar a Magistrados de la Corte de Constitucionalidad, y b) Que estén dispuestos a hacerlo, para que se cumpla el principal motivo por el que son designados, que es garantizar el respeto y cumplimiento de la Constitución.
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La honorabilidad como tal, siendo parte de ella la moral, nos lleva a preguntarnos ¿Cuál es nuestra apreciación de la bondad, será dar limosna a un mendigo, pertenecer a instituciones caritativas, dar ayuda con dinero que no es nuestro a los necesitados, pero guardar nuestros bienes materiales en sociedades anónimas, y contar el dinero en efectivo guardado en lugares estratégicos, no en los bancos del sistema, para presentarnos como necesitados o ajustados como el cuento de Navidad de Charles Dickens?, ¿Cómo cuantificamos el respeto al ser humano, consistirá en saludar al llegar a un lugar aunque nadie nos responda, o en el caso de los hombres respetar a la mujer por el hecho simple de serlo, y en el caso de las mujeres respetarse así mismas, en un ambiente en que es posible obtener títulos y empleos a cambio de favores sexuales? ¿Cómo es la apreciación de la conciencia, consistirá en justificar nuestros actos cuando sabemos que no son correctos, diciéndonos, en nuestro fuero interno que solamente sucederá por esta única vez, siendo la quinta vez que lo hacemos? ¿Y las facultades del espíritu, se fundamentarán en acudir a la iglesia escuchar el sermón del jerarca de la misma con atención y al salir a la calle a olvidarlo, haciendo lo contrario a lo que se dijo debía ser nuestra conducta?
De que le sirve todo lo anterior a una persona para demostrar su honorabilidad, si, sin llegar a los extremos antes establecidos, lleva una vida dentro de los cánones de los valores que cree los correctos, y cuando es escudriñada la misma por el foro publico una simple apreciación sobre un error cometido o no cometido, lo convierte automáticamente en un indeseable para una sociedad sedienta de Justicia, pero, injusta en el momento de juzgar? No queremos personas impolutas, porque no existen, pero si personas con una trayectoria humana con sus aciertos y desaciertos, que no son medibles con tablas numéricas. Pero ante todo tratándose del máximo órgano jurisdiccional, el constitucional, quien designa debe hacerlo transparentemente ante el foro público, y respetar para todos y cada uno de los participantes su derecho a ser escuchado, argumentando los motivos de sus actos, y nosotros como población observar a los candidatos con ojos de critica objetiva, sin casarnos con inclinaciones politiqueras o de grupo. Porque quien aplicará la justicia constitucional debe ser una persona merecedora de nuestro respeto, y ese respeto debemos concedérselo como nos lo conferiríamos a nosotros mismos. La Justicia es el valor supremo al que aspira una persona, y es una necesidad mas que sentida en nuestra sociedad, exijámosla conociendo los nombres de los posibles designados, principalmente el del Ejecutivo que es el más discrecional, pero demandando, lo que nos exigiríamos nosotros mismos, y esperando que la honorabilidad de quienes ostenten el cargo no pueda ser puesta en entredicho, porque de ser así no tendrían el derecho de estar donde estarán, siempre y cuando cualquier acusación contra la persona que no llene este requisito, tenga un soporte comprobable y justo, porque la doble moral en nuestra sociedad se manifiesta más cada día, el YO ACUSO, se está convirtiendo en una constante, pero quien acusa ¿Está facultado/a para acusar? La respuesta la tiene usted mismo/a.