El lenguaje de las lágrimas


Las lágrimas suelen producirse de manera general; para la lubricación necesaria del ojo, como una manifestación de alergia, ante la exposición a un irritante o un agente infeccioso, ante un estí­mulo, como al bostezar, toser, comer (los cocodrilos) y vomitar; ante problemas neurológicos, por ejemplo en la parálisis facial. Y por último las lágrimas emocionales, de las cuales nos ocuparemos el dí­a de hoy. No toda lágrima se acompaña de llanto, ni todo dolor genera lágrimas.

Dra. Ana Cristina Morales Modenesi
crismodenesi@gmail.com

En variadas ocasiones a las lágrimas y al llanto no se les ha permitido su fluir, algunos considerándolos un sí­mbolo de debilidad personal. Llevando al acto de llorar a la subversión. A las mujeres se nos deja llorar, pero también es una verdad, que al hacerlo podemos ser acusadas de manera injusta de manipular a otras personas. Cuando acudimos a una funeraria podemos observar como las personas que se acercan a dar su pesar a la familia que se encuentra dolida, le aconsejan que no llore, que eso no es bueno, que al final de cuentas quien ya se fue, pasó a mejor vida y que tarde o temprano todos le acompañaremos. (Consejo no pedido y puede observarse hasta hiriente en ese preciso momento).

Ninguna emoción en particular y todas en general propician el aparecimiento de lágrimas; de tal manera, que surgen por tristeza, dolor, alegrí­a, miedo, enojo, envidia, celos, etc. Sin embargo, cuando alguien se encuentra llorando lo primero que evocamos mentalmente es el sentimiento de tristeza.

Cuando existe la imposibilidad de comunicarnos verbalmente debido a la prohibición, la desaprobación; o que simplemente no encontramos palabras para decir lo que estamos sintiendo, entonces, en ocasiones lloramos. Si aún poseemos la capacidad de llorar, ya que esta capacidad es referida como perdida en el transcurso de la vida de algunas personas. Se interpreta este decir como si el dolor en demasí­a nos va curtiendo y el acto de llorar se vuelve más escaso. También el lenguaje de las lágrimas pudo haber sido aprendido en las familias en las cuales podrí­an haber sido más permisivas que otras para su expresión.

En la tristeza es sumamente difí­cil derramar lágrimas y al mismo tiempo encubrir su estadí­a en nuestro ser. A este respecto se considera que las lágrimas son saludables e incluso se ha mencionado las lágrimas que no se derraman; la lloran nuestros órganos corporales vitales. Es decir, podemos llegar a enfermar y a lesionarnos al no llorar; se ha descrito también, que el llanto es tan saludable como el sudor, pero más poético.

A través de las lágrimas considero que la tristeza encuentra alivio y calma; la desesperación y la impotencia, la paz; el miedo, desahogo; la cólera, libertad; la envida, aceptación y resignación; los celos y probablemente todas nuestras emociones indomables se atenúan; y la alegrí­a llega a su clí­max.

Para lo anterior nos dicen: «Mejor aplicar el llanto siempre que sea posible, como la medicina antigua aplicaba la sangrí­a». También que nos demos el permiso de llorar, porque el llanto tiene enseñanzas, guarda esperanzas y que el llanto tranquilo y lento propicia el surgimiento de la ilusión.

Culmino con una de las varias frases acerca de las lágrimas, del escritor español Alejandro Casona: «Llorar sí­; pero llorar de pie, trabajando; vale más sembrar una cosecha que llorar por lo que se perdió».