EL LAPSUS DE LOS SIGLOS


Durante 70 años he sido lector asiduo de las Sagradas Escrituras, de los cuales 30 he callado el tema de este enfoque; tanto por respeto a exegetas de la Biblia, antiguos, contemporáneos o por venir; y el concepto propio de creer que quien escribe, no es «tal» para replicar en sustancia teológica.

Santiago Villanueva Gudiel, svillanuevagudiel@hotmail.com

Estando además convencido de lo dicho en dos evangelios por el único Gran Maestro venido de Dios, nuestro amado SEí‘OR JESíšS; que todo error de los seres humanos sean intelectuales o no, creyentes o incrédulos, acerca de la Trinidad Divina, es por ignorancia de la Biblia; entonces este axioma es una jurisprudencia Bí­blica para buen entendimiento de la humanidad. (San Mateo y Marcos capí­tulos 22: v/29; y 12: v/24.) He callado lo que alguien debiese haber dicho. Y en el final de mis dí­as que están por llegar en la medida de más de 90 años; la inspiración y discernimiento recibido en el silencio al no compartirlo, me ha sido aguijón a la mente y al espí­ritu de la verdad; pero ha avivado el fuego de mi corazón para describirlo, he tomado fuerzas antes que vaya; para señalar el lapsus de los siglos, que quisiese gritarlo con eco resonante hacia el pasado y futuro, iluminar el presente y el camino de las generaciones por venir.

Exegetas de religiones cristianas con un «Antes de Cristo, intercalando un A. C.», construyeron el gran lapsus de los siglos, al situarle a Cristo principio o nacimiento en algún momento de la historia del mundo para el entendimiento humano; cuando í‰l auto-existió de la misma naturaleza con Dios Padre, y preexistieron antes de todas las cosas en el tiempo y el espacio universal, incluso de la fundación del mismo mundo y todo lo creado con vida y conocido por los vivientes de este planeta Tierra; por cuanto son eternos sin ningún antes ni lí­mite o término y en el orden divino de la Creación todo fue hecho por í‰l; la hizo hermosa, a su tiempo; y puso eternidad en el corazón del ser humano, hombres y mujeres descendencia de Adán y Eva, los únicos con lí­mite de tiempo, antes de nacer, durante somos hechos, y en nuestra vivencia acá en la tierra; y después: la eternidad. Debiera de entenderse y decir: ANTES DE LA CREACIí“N o DESPUí‰S DE LA CREACIí“N, a C– o –d C; pero no antes de CRISTO.

El sabio Rey Salomón que comprendió perfectamente la PRE-EXISTENCIA DE DIOS Y DE CRISTO; su sabidurí­a divina de Creador prototipo del Universo, y de Cristo el gran arquitecto y constructor del mismo, en el capí­tulo ocho del Libro de Proverbios en la Biblia (v.22/36); que debe leerse y conocerse, describe la belleza misma de la creación, emociona los sentidos humanos al comprenderlo, y hace experimentar la excelsitud del Amor de Dios y de Cristo para con los vivientes, dándonos a conocer su poder de Hacedor de lo que no existí­a, en lo que existe para bien de la humanidad.

CRISTO existe consustancialmente de la misma naturaleza divina de Dios; nada existió anterior a El en la creación del cielo, tierra y la fundación del mundo. í‰l permanece en el Ayer, Hoy y por los siglos; es Eterno, en el cielo le están sujetos ángeles, autoridades y potestades –Conforme al propósito (o proyecto) eterno que el Padre hizo en í‰l–; le fue sujetas todas las cosas creadas que por su poder y palabra subsisten; excepto, desde luego, Dios el Padre que le sujetó todas las cosas a él; y el Señor JESUCRISTO las sujetará de nuevo al mismo Dios y Padre Supremo en el fin de la Gracia, para que í‰l sea todo en todos. Hebreos: 13:8.

El otro lapsus humano de los siglos es en cuanto a la pregunta que EL SEí‘OR JESíšS lanzó a los vivientes en la tierra, sobre; ¿De quién desciende el Mesí­as?; a la que con ligereza se responde -Desciende de David-; y les replica: –Cómo es que David, inspirado por el Espí­ritu, lo llama Señor?…¡Cómo puede el Mesí­as descender de EL LAPSUS DE LOS SIGLOS David, si el mismo lo llama Señor?.– Entonces conviene esclarecer la verdad de la descendencia de CRISTO EL MESíAS, y CRISTO JESíšS EL SALVADOR DEL MUNDO. Mateo 22:41.

CRISTO en el plan de la eternidad y por el Espí­ritu de Dios, profética y milagrosamente se hizo JESíšS, encarnado humano en el vientre de una virgen, y nacer de mujer siendo El Hijo del Hombre en la lí­nea genealógica desde Adán hasta David; con el sentir de toda raza humana, sufrir y morir por ella con naturaleza finita, y limpiarnos de cualquier cosa que condena eternamente. Entonces se le llama: CRISTO JESíšS, el mismo que por AMOR se dio a asimismo por nosotros en la cruz y la dejó eternamente vací­a para devolver a los del mundo que lo reciban, la eternidad gloriosa que habí­an perdido en vez de la condenación. í‰l ahora está en el cielo, cambia todas las cosas porque es EL SALVADOR DEL MUNDO cuyo reino no tendrá fin; está sobre el poder de Satanás; y cualquier otro; y permanece el mismo Hijo de Dios celestial en cualquier acto de la creación y de la vida: ¡es JESUCRISTO!.

-Pero cada uno en su debido orden: -dice San Pablo-, Cristo las primicias; luego los que son de Cristo en su venida, cuando entregue el reino a Dios y Padre que se lo sujetó. Y quien escribe estas lí­neas y lo proclama, desea ¡Que no haya ningún mí­nimo tropiezo de duda en la fe para el Unigénito Dios y Hombre: JESíšS. Primera Corintios 15: v/23-24.