El lado oscuro de las Olimpiadas


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Cada cuatro años muchos de los fanáticos del deporte disfrutamos de las increíbles hazañas deportivas de los mejores deportistas del mundo. Y este año, al menos en Guatemala, la atención a las transmisiones y la maravillosa y fluida comunicación de las redes sociales fue mucho mayor que en pasadas ocasiones por el excelente trabajo que hizo Erick Barrondo y otros atletas guatemaltecos. Y ante tanto alboroto y felicidad, me parece adecuado dar mis opiniones de las ideas falsas, pero generalmente aceptadas que rodean las olimpiadas y como el público interactúa con ellas y hasta avala.

John Carroll


Es una falacia aquella de que la organización de una olimpiada es un buen negocio. Si entendemos que un buen negocio es aquel en el que la diferencia entre todos los gastos y todos los ingresos es positiva y porcentualmente igual o mejor a otros instrumentos de rendimiento. Escúchese bien organizar unos juegos olímpicos o cualquier competencia polideportiva del ciclo olímpico es siempre un desastre financiero, sobre todo porque simplemente no es posible obtener buenos resultados financieros cuando los incentivos que mueven a los organizadores son políticos.

Para muestra podemos ver el caso de Londres 2012, que hace cuatro años que participó contra otras ciudades del mundo para obtener el “beneficio” de organizar los juegos y servir de anfitriones, presentó un presupuesto un poco por debajo de los US$5 mil millones. Y todos calculaban que buena parte de esa inversión provendría de fondos privados y lo que podemos observar hoy, después de terminadas las justas, es que la inversión privada nunca llegó, porque no es un buen negocio y lo que si llegó fueron miles de millones de dólares de los contribuyentes ingleses para financiar los juegos. Lo gastado terminó siendo, no se asuste, US$38.5 mil millones o para ponérselo en perspectiva, algo así como 5 veces el presupuesto anual del gobierno de Guatemala. Claro que todos los políticos le venden a su clientela la idea de que organizar los juegos es un buen negocio, sobre todo a largo plazo, pero la realidad es otra, los beneficios netos no existen y los ingresos adicionales son efímeros y escasos. Pero entonces ¿quién gana con la organización de los juegos? Es sencillo, como en todo lo que conlleva un incentivo político, los grandes ganadores son los políticos porque logran venderle a la gente la falsa idea de que la organización traerá beneficios para el país o la ciudad. Para cuando los verdaderos costos salen a luz y la gente se da cuenta de la embaucada, el político ya no está más en el poder o se defiende con estudios de proyección financiera falsos y muy sostenidos por el largo plazo. Otros de los ganadores son los allegados a los políticos, quienes generalmente obtienen los contratos más importantes que el gobierno adjudica para la planificación, construcción y ejecución de los juegos. Los grandes perdedores son los tributarios del país donde se organizan los juegos porque históricamente, siempre, los costos de los juegos han superado los ingresos y cualquier beneficio adicional probable, incluso los famosos y sobrevaluados beneficios de largo plazo.

Por lo tanto es bueno amigo lector que lo sepa, organizar un evento deportivo de este tipo no es un buen negocio, si lo fuera, la inversión privada lo habría tomado hace mucho tiempo. También es importante saberlo para que podamos seguir con atención los casi seguros Juegos Centroamericanos y del Caribe 2018 en Quetzaltenango. Para este evento, por cierto, de acuerdo a notas de prensa, los organizadores piensan gastar Q2,300 millones para que los juegos salgan chileros. A ver en cuánto para la cosa. A ver cuánto son Q2,300 millones para el lejano 2018.