Si quieres trabajadores creativos, dales tiempo suficiente para jugar. John Cleese
Hace algunos días compartimos con los estudiantes un video descargado de YouTube titulado “los videojuegos enseñan mejor que la escuela”. La idea consistía en examinar la revolución educativa (sus cambios) en virtud del aporte de la tecnología. Y se me ocurrió que la presentación podía ser oportuna para provocar el diálogo.
El conferencista del video es Gonzalo Frasca. Tan desconocido para mí como me imagino para usted. Wikipedia indica que el uruguayo es diseñador comercial e investigador académico (en el Centro de Investigación de Videojuegos de la Universidad de Tecnologías de la Información de Copenhague, Dinamarca) y de los juegos de video. “Su weblog, Ludology.org, es una publicación importante para los investigadores académicos que estudian los juegos de video”.
Sus ideas principales, a mi manera de ver, son tres. Primera: No podemos seguir enseñando como antes. Es la parte destructiva de su explicación. Critica el sistema que enseña de manera exclusivamente teórica, dejando de lado el principio de “aprender haciendo” (como en los juegos). Dice que los niños lloran cuando van a la escuela porque lo primero que hacen los maestros es quitarles los juguetes.
En segundo lugar, afirma que los seres humanos son curiosos por naturaleza. Desean saber. Y este deseo hay que reencauzarlo sabiamente, no a través de métodos ordinarios y tradicionales, sino a través del ensayo y error (como en los juegos). Los niños aprenden videojuegos sin que nadie les enseñe, dice, lo intentan una y otra vez, sin complejos. Equivocarse no es ningún delito ni es mal visto cuando se juega, solo la escuela se complica la vida calificando y traumando a los pequeños, explica.
Por último, su posición no es radical abogando a ultranza por los juegos. Deja entrever que también leer libros y aplicarse en la teoría es importante, pero menos de lo que la escuela lo considera hasta hoy. Los pilotos aviadores, los médicos y los soldados también tendrán que leer libros voluminosos, pero también aprenden mucho a través de simulaciones (juegos) y esto es vital para su profesionalización. En las simulaciones se vale equivocarse, en la vida ordinaria, no, indica.
El fundamento de las ideas de Frasca consiste en reconocer la ludofilia de los seres humanos, esto es, nuestra pasión por los juegos. El uruguayo parece sugerir a los profesores que exploten ese ámbito natural los niños y adolescentes y lo pongan al servicio del aprendizaje. Por el lado de los estudiantes, aconseja a mi manera de ver, que intenten hacer de las ocupaciones aparentemente aburridas un espacio lúdico que les permita superar con éxito esas tareas.
Me parece sensata su propuesta.