El Ejército de Nicaragua, con apenas 30 años de existencia, se moderniza para hacer frente a las nuevas amenazas como el narcotráfico y el crimen organizado pero sin rearmarse o crecer.
«Bajo ningún punto de vista (…), mucho menos en las actuales circunstancias en que vivimos todos los países por la actual crisis (…), estamos pensando en la adquisición de armamento militar», dijo a la AFP el vocero militar, coronel Juan Ramón Morales.
Morales sale al paso del temor a que Nicaragua se rearme que tienen algunos sectores en Costa Rica, cuyo gobierno mantiene continuos roces con el del sandinista Daniel Ortega.
«Yo creo que con el armamento y la técnica militar que posee (el Ejército) y con las que se ha venido quedando es más que suficiente» para la defensa de la soberanía e integridad territorial, sostuvo Morales.
Tras el fin del conflicto armado en la década de 1980, la institución militar comenzó a reducirse y en 20 años pasó de más de 80.000 hombres en armas a unos 14.000, y de un presupuesto de 177 millones de dólares a 38 millones en 2010, según cifras oficiales.
«Estamos convencidos de que con lo que hoy tenemos garantizamos» la misión de defensa y soberanía y de apoyo a la población en situaciones de desastre, añadió el jefe militar.
En el proceso de modernización, el cuerpo armado «busca renovar aquellos medios o técnicas que le permitan mejor calidad y eficiencia» en acciones como la lucha contra el narcotráfico para lo que se ha solicitado apoyo a países como Estados Unidos, España, Rusia, entre otros, explicó el coronel Morales.
Pese a la corriente armamentista en América del Sur en países como Venezuela, Brasil o Chile, el experto en temas militares Javier Meléndez desestimó la posibilidad de un rearme de Nicaragua u otro país de Centroamérica «porque no hay dinero para eso».
Nicaragua y Honduras, dos de los países con economías más débiles de la región, «no resisten la compra de equipo militar que les pudiera dar capacidad ofensiva» ante un eventual conflicto, apuntó Meléndez, director del Instituto de Estudios y Estrategias de Políticas Públicas (IEEP).
En el remoto caso que el gobierno de Nicaragua comenzara un patrón de compra de armas «tendría que ser muy poco clara y poco transparente», pero eso «implicaría la activación de una serie de alertas -sobre todo de Estados Unidos- y provocaría un conflicto muy fuerte, estimó el especialista.
«Lo que sí debiera comenzar a preocupar -a los países de la región- es un proceso de expansión del gasto de seguridad, no porque haya un rearme en la región, sino porque se está insistiendo en la posibilidad de resolver los problemas de seguridad invirtiendo dinero en militares y policías», argumentó.
En Guatemala, Honduras, El Salvador y Nicaragua el gasto estimado para este año es de 1.200 millones de dólares para atender problemas relacionados con delincuencia común, penetración del crimen organizado y la acción cada vez más agresiva de los cárteles mexicanos en la región.
Costa Rica y Panamá, que carecen de Ejército, incrementan cada año sus gastos en seguridad.
En opinión de Meléndez, los gobiernos de la región «cometen un grave error» cuando dedican más dinero a los militares y policías para resolver problemas que tienen una naturaleza social y deben ser atendidos con un enfoque preventivo con labores de inteligencia, con más seguridad en términos democráticos.