El irlandés de a pie prefiere ser «pobre» que «mendigar»


Una fotografí­a muestra a la irlandesa Berry Fleming sosteniendo una pancarta con el texto

«Prefiero seguir siendo pobre que ser el lacayo de Bruselas»: el irlandés de a pie, orgulloso de una independencia ganada con dificultades, siente como una «humillación» el hecho de ir a «mendigar» miles de millones de euros a la Unión Europea para reabsorber su déficit excesivo.


«No luchamos con los británicos años para ceder ahora nuestra independencia a los nuevos dueños del Imperio en Bruselas», explica apoyado en la barra de un pub de Dublí­n Sean, de 54 años, que no necesita mucha cerveza para enardecerse cuando se mencionan las conversaciones de los dirigentes irlandeses en Bruselas sobre un eventual plan de ayuda a la isla.

«Es el último insulto a la gente decente de este paí­s ir a mendigar a Bruselas: por favor, señor, ¿me puede dar un poco más?», se irrita.

Sus ancestros «murieron» para liberar a Irlanda del yugo británico, explica orgulloso, recordando el duro combate contra la potencia colonial, de las revueltas del siglo XVII, hasta la independencia de 1922.

«Será el final de la República de Irlanda independiente», vocifera Adam, de 42 años, metiéndose en la conversación. «Salvemos la poca dignidad que nos queda, protejamos nuestra soberaní­a a cualquier precio. Prefiero seguir siendo pobre que ser el lacayo de Bruselas», dice en una nueva intervención que suscita aprobación entre los otros parroquianos.

«Si este paí­s quiere guardar una pizca de autoestima, entonces tenemos que arreglar nuestros desastres. Sino, serán Europa y el FMI (Fondo Monetario Internacional) los que recortarán las prestaciones sociales, las jubilaciones, la sanidad, etc.», advirtió Dave, un treintañero.

«Nos metimos solos en este lí­o. Es nuestro problema, lo tenemos que solucionar nosotros», opina su novia, Niamh, una pelirroja de 23 años.

En esta Irlanda ampliamente euroescéptica, la perspectiva de deberle algo a Bruselas es a menudo percibida como la máxima humillación. Los irlandeses rechazaron dos tratados europeos (Niza en 2001 y Lisboa en 2008), estimando que interferí­an en su soberaní­a. Las dos veces hubo que organizar otro referéndum para que fuera aprobado.

Eso demuestra la opinión que tienen los irlandeses de cualquier intromisión de la UE en sus asuntos internos. «Si Bruselas tiene el control del dinero, podemos apostar que decidirá como se gasta», dice Pete camino de su trabajo.

El tema es recurrente en los foros de discusión en internet, como el del diario Irish Times. El 51% de las personas que respondieron a un sondeo informal del diario se oponen a un eventual plan de ayuda de la UE.

«No tenemos que ceder nuestra soberaní­a a hombres trajeados, sin nombre y no electos, de Bruselas o cualquier otro lado», escribe por ejemplo John Noel.

El descontento es mayor dado que las decenas de miles de millones de euros que Bruselas podrí­a desbloquear terminarí­an en las arcas de los bancos, a los que Dublí­n dio ya 50.000 millones de euros (68.000 millones de dólares).

«El problema no es de dónde viene el dinero sino lo que hacemos con él. Deberí­amos haber haber dejado que los bancos se hundieran», afirma un taxista.

«La gente no digerirá si Irlanda recibe dinero y se lo entrega a inmediatamente a los bancos, otra vez. Los odiamos, sabemos que los necesitamos pero los despreciamos», dijo Andrew antes de pedir la enésima pinta.