En mi infancia, escuchaba a mi padre, Daniel González Arévalo, una frase que se volvió, al paso del tiempo, cíclica: “te espero como las lluvias de mayo”, y se refería a la puntualidad de la naturaleza, pues en ese mes se generaban las primeras lluvias del invierno, claramente marcadas en las dos estaciones del clima, en Guatemala. Invierno y verano.
No recuerdo que con estas lluvias se registraran tragedias aunque él comentaba sobre el desborde de los ríos en la Costa Sur, pero no se hablaba de muerte y dolor como sucede en la actualidad.
Quizás por los años 80 empecé a darme cuenta que el invierno ya no llegaba tan puntual y las lluvias iniciaban en junio, trayendo, tornados, huracanes, deslizamientos, hundimientos, inundaciones, y con ello, muerte, invalidez, viudez, orfandad; con mayor impacto en la ruralidad.
En la primera semana de invierno en Guatemala, ya han avanzado dos tormentas tropicales, que aunque lejos de nuestras costas principian a marcar lo que será esta época, que con sus lluvias provocaron, seis muertos, 150 casas dañadas y daños en carreteras.
El cambio climático es una realidad. Entre las lluvias de un día, el calor es agobiante y en la noche el frío se intensifica, con madrugadas húmedas, aunque Ciudad Flores, Petén, al medio día tenga temperaturas de 36 grados.
Por qué no previenen las autoridades. Este daño anunciado. El Puerto de San José se inunda. Las carreteras se hunden. Se registran derrumbes y viviendas quedan soterradas con sus habitantes muertos o lesionados año con año.
Por qué no dragar el canal de Chiquimulilla, en el verano, para que los ríos que desembocan en el mismo puedan llegar al mar. Si Conred dice que en el país hay 3 mil 800 puntos de riesgo en el invierno, por qué no prevenir con evacuaciones antes de la emergencia.
El guatemalteco tiene que darse cuenta que vive en una zona de riesgo y debe participar en la prevención. Tenemos derecho a una vivienda, pero sin vida de qué nos serviría. Por qué exponernos.
Es que tiene necesidad, dirán algunos, sí, pero insisto, la vida es primero y agreguemos a ello, que en cada familia hay por lo menos dos niños y los padres. Son cuatro personas que corren peligro.
Factores como la superpoblación o la migración a la capital, generan zonas de peligro con la llegada del invierno y ya en una semana han
muerto seis personas a causa de las lluvias y la inestabilidad de la tierra, El ingeniero Eddy Sánchez, director del Insivumeh, sostiene la teoría que cada vez que llueve el suelo se ablanda y meses después se genera la tragedia. Las autoridades tienen que hacer algo. Un caso típico ya en este invierno, es el ocurrido el miércoles anterior, en una pequeña aldea de Tajumulco, San Marcos, en donde cuatro comunitarios decidieron remover escombros de un derrumbe sobre la carretera y cuando se hallaban en esas labores, un segundo deslizamiento los aplastó, muriendo todos.
Diez días atrás, un padre y su hijo, se guarecieron, de las lluvias bajo un árbol de mango, junto a su perra. Diez minutos después estaban muertos todos al recibir una descarga electro atmosférica.
El invierno no llega sólo, trae muerte y angustia. Actuemos para evitarlo.