El colectivo Una Voz Contra el Cáncer informó que la Cámara de Comercio de Guatemala presentó una acción de inconstitucionalidad en contra de la ley que promueve los espacios libres del humo de tabaco, argumentando que dicha norma viola el precepto de la Constitución que garantiza la libertad de industria, comercio y trabajo. Por supuesto que la mano de las tabacaleras está detrás de esa acción legal que pretende retroceder en una decisión acorde con el buen juicio que se ha implementado ya prácticamente en todo el mundo civilizado.
Es un hecho absolutamente demostrado el daño que el humo del tabaco causa no sólo al fumador sino a quien lo recibe pasivamente por estar en un ambiente contaminado. También está documentado el costo económico y social que tiene el tratamiento de personas que sufren de complicaciones en salud por haber estado en contacto con el humo aun y cuando no fueran fumadores directos y precisamente por ello en otros países hasta se ha condenado a la industria del tabaco a pagar multimillonarias indemnizaciones a quienes han enfermado por esa causa.
La Cámara de Comercio actúa en defensa del interés de unos pocos de sus agremiados, porque la mayoría de los comercios ha comprobado que realmente no hubo baja de clientela, y se pasa por el arco del triunfo el interés general al presentar esta acción de inconstitucionalidad que realmente parece frívola porque ignora, cabalmente, que uno de los objetivos esenciales del Estado es garantizar el bien común, valor que tutela la ley que procura los espacios libres de tabaco.
Se estaría contraponiendo el derecho de unos pocos a hacer negocio contra el derecho de todos a evitar que se les dañe la salud, beneficio que de una u otra manera alcanza aún a los mismos fumadores que han reducido su consumo por la vigencia de la ley. Y está allí el meollo del problema, porque esa reducción del consumo se traduce en menores ganancias para la industria del tabaco que es la que mundialmente fomenta y patrocina estas acciones en contra de las normativas que pretenden asegurar la salud pública.
Las normativas sobre el tabaco han prevalecido en el mundo pese a los millones que gasta la industria en revertirlas cabalmente porque es tan evidente el daño del tabaco y tan notorio el beneficio para los no fumadores (que son más) de la liberación del daño del humo de cigarrillos, que ni siquiera el soborno ni la compra de conciencias y la influencia de la propaganda y el apoyo de muchos medios de comunicación ha servido para revertir el terreno ganado. Por esas y otras consideraciones, la CC tiene que rechazar el frívolo recurso.