El inquisidor Angelo DeGrasso emprende una apasionante búsqueda que conduce al lector por un mundo de conspiraciones y sectas, tras la huella del Necromicón,- Un libro sagrado, prohibido y que puede hacer cimbrar los cimientos de la Iglesia. Ubicada la acción en los turbulentos años que cerraron el siglo XVI, los tiempos de la contrarreforma y de la evangelización del nuevo mundo.
El Inquisidor ?de Patricio Sturlese editorial Debolsillo Barcelona 2007 es una novela que sorprende por su originalidad y el poder de evocación de un mundo intrigante una trama trepidante y un protagonista fascinante. Thriller, historia, religión y aventura que ya se encuentra en Guatemala y distribuye librerías Artemis Edinter.
Tomado del libro:
«Momentos antes del ocaso, cuando las puertas del convento se cerraban a cal y canto, llegó un carruaje de la iglesia. Mantenía encendidos los faroles e iba escoltado por siete jinetes. El hermano que vigilaba la puerta inspeccionó el coche y señaló a sus conductores el camino hacia las caballerizas.
Luego cerró las enormes puertas y regresó a su puesto de observación. Estaba en mis aposentos descansando de la intensa jornada cuando escuché el inconfundible ruido de las ruedas sobre el empedrado. Me asomé a la ventana para ver quién nos visitaba a aquellas horas. Cual fue mi sorpresa
Cuando vi descender del carruaje al mismísimo cardenal Juliano con todo su séquito. El cardenal alzó lentamente la cabeza y contempló la fachada de la iglesia. Recorrió con su mirada el arco, cada relieve, cada vitral. Luego su vista se dirigió hacia el edificio contiguo al templo y sus ojos se detuvieron en una ventana iluminada. Allí se toparon con mi figura, vigilando la noche. Cerré rápidamente las cortinas? El cardenal había venido a visitarme desde Roma. ¿Por qué? ¿Y por qué tan pronto?
En la sala capitular los leños crujían en el fuego. Los visitantes me esperaban, habían sido conducidos hasta allí por el vicario.
El Superior General de la Inquisición exhibía un crucifijo plateado sobre el pecho contrastaba con el negro profundo de su vestidura. Su silencio era combativo, como si de él brotaran puñales dirigidos hacia mí, y su mirada?Su mirada era una promesa de ejecución. Junto a él, tieso y expectante, estaba el astrólogo de Clemente VIII, Darko.
Excelencia, qué visita inesperada. No tenía noticia de que pretendierais visitarme- saludé nada más al entrar en la sala.
Espero no incomodaros? -respondió-. Lo decidí de improviso.
De ninguna manera me incomodáis, mi General. El viaje es largo, estaréis cansados- dije mientras les ofrecía tomar asiento. Después me senté junto a ellos frente al fuego y continué- .Por favor, vicario, ordenad que preparen habitaciones para nuestros invitados. El convento les será?
– Partiremos antes de medianoche- me interrumpió el cardenal.
– Pero deberías descansar?
– Estoy acostumbrado a estos viajes, Hermano DeGrasso ? siguió Juliano. Luego sonrió por primera vez. Darko, sin embargo, asintió en silencio. Despedí a Rivara y, una vez hubo salido, pregunté:
– Bien? ¿A que debo el honor de vuestra visita?
– ¿Habéis podido interrogar al hereje? ? dijo Juliano levantándose.
– Esta misma tarde.
– Observo con placer que sois aún más celoso con vuestra labor de lo que esperaba. ¿Qué resultó del interrogatorio?
– Tengo el paradero del libro.
El Cardenal de la Inquisición no pudo ocultar el brillo de sus ojos. En su rostro se dibujó una pequeña sonrisa la segunda de la noche.
– ¿Y dónde se supone que está? ?preguntó el Astrólogo.
– En el ducado de Ferrara, en el interior de una iglesia abandonada que pertenecía a los benedictinos.
– Juliano asintió con la cabeza y, por un instante, extravió sus ojos en los leños que ardían en la chimenea.
– Ya ha salido una comitiva para inspeccionar el lugar y traer el libro ? añadí.
– Excelente murmuró el cardenal.
– ¿Queda algo por hacer?- pregunté de manera retórica.
– -¿Qué hay del hereje? Intervino Darko.
– Soportó dos sesiones. Se resistió hasta casi el último aliento.
– ¿Lo atormentasteis? ? volvió a preguntar el astrólogo.
– Mereció la cuna de Judas y el potro. Evidentemente, se encuentra muy mal.
– El cardenal meditó en silencio.
– Incomunicadlo- aconsejó.
– Y cercioraos de que su lengua sea cortada antes de ser quemado en el próximo Sermo Generalis. El hereje debe morir ? intervino Darko, que ahora era quien miraba el fuego, distraído.
– Sin duda, Gianmaria morirá: quedan pocos días para celebrar el auto de fe.
– ¿Habló de algo más en la sesión? ?preguntó el Astrólogo.
– sus palabras fueron extrañas?
– ¿Qué dijo? Me interrumpió la curiosidad de Juliano.
– Habló de un rito iniciático? satánico, que puede abrir las puertas de un mundo espiritual? Un mundo de filosofías peligrosas?
– Habéis estirado su lengua más de lo conveniente- exclamó Darko mientras cruzaba su mirada con la de Juliano y se movía con inquietud en su silla?