El incierto futuro de la Usac


La más reciente noticia de la Usac es que el Lic. Gálvez obtuvo los votos necesarios en el colegio electoral para ser rector durante los próximos cuatro años. La huelga y toma de instalaciones universitarias realizadas por el movimiento estudiantil en dí­as pasados ha sido superada y las aguas parecen volver a su cauce normal. Nada más lejos de la verdad: o se transforma la universidad profundamente desde adentro o las fuerzas neoliberales y neoconservadoras acabarán con el concepto de universidad nacional y autónoma. El futuro es incierto; pero su desenlace es ahora responsabilidad, por encima del rector y el Consejo Superior Universitario (CSU), de toda la comunidad universitaria. Los universitarios ya no se pueden conformar con ser observadores y lamentarse de lo que está mal. Hay que actuar ya.

Ing. Raúl Molina Mejía
rmolina20@hotmail.com

En los últimos tres meses pude leer opiniones de todo tipo sobre el estado actual de la Usac. Hubo señalamientos claros de que no es democrática en su proceso electoral de rector -solamente 10 unidades académicas ejercen el voto estudiantil y el de profesores, con el agravante de que solamente los profesores titulares votan– dejando marginados a centros universitarios y escuelas, así­ como a gran número de docentes y estudiantes. Más grave fue la acusación de que el dinero, las influencias y la intervención de los partidos polí­ticos nacionales han deslegitimado el proceso, alejándolo de los mejores intereses universitarios. Se habló de fraudes y de corrupción, así­ como que la institución ha dejado de cumplir mandatos constitucionales importantes.

También hubo opiniones que salieron a la defensa de la institución, así­ como de la pasada y anteriores administraciones. Afirmaban que «algo se ha hecho» en diversas esferas, como en el tema de la mujer y la formación de docentes, y que la Usac ha tratado de recuperar su voz en algunos problemas nacionales, como en el de la violencia y la inseguridad. Pero el balance, luego de 13 años de implementación de la paz en el paí­s, que supuestamente quitó la amenaza del Estado contra la universidad, es realmente muy pobre: el vaso está casi vací­o.

Por ello, he leí­do con satisfacción los pronunciamientos de los Estudiantes por la Autonomí­a de la USAC (EPA-USAC), con los cuales coincido en un alto porcentaje, particularmente en su análisis de la necesidad de reformar la Ley Orgánica, su rechazo a la violación de la autonomí­a universitaria, y por ende de la Constitución, por parte de la Corte de Constitucionalidad (CC), y su exigencia al Consejo Superior Universitario de que asuma una posición digna ante los problemas de la universidad y nacionales. No coincido con EPA en las acusaciones en contra de los 13 catedráticos de Agronomí­a -la responsable de la crisis es la CC– ni en confrontar, como hacen algunos de sus miembros, al movimiento que apoyó a Eduardo Velásquez. Creo que hay que sumar a estos universitarios y a muchos más al proceso legí­timo de reforma universitaria. í‰sta se conseguirá consensuando y no dividiendo y sectarizándose. Arranquemos, hoy mismo, antes de iniciarse el nuevo perí­odo rectoral, un proceso de reforma desde adentro, que ya lleva tres decenios de retraso, para producir la universidad nacional y autónoma del siglo XXI que acompañe a nuestros cuatro pueblos.