El hombre que doblegó a un imperio (Parte II definitiva)


La amistad de Ghandi con Rabrindanath Tagore, Premio Nobel de Literatura en 1913, marcó la vida de ambos. Coincidí­an en muchos aspectos, en su espiritualidad y su lucha por los desposeí­dos. Tagore era un hombre que gozaba de la buena mesa, dueño de una posición económica holgada y que no gozaba de mezclarse con las multitudes. Corpulento, de larga melena y barba blanca contrastaba con Ghandí­ un asceta que confundí­a a quienes no le conocí­an esperando ver a una figura impresionante y se encontraban con un hombrecillo frágil, vistiendo un turbante que le quedaba grande y el clásico taparrabos que principió a ser su atuendo ordinario pasados algunos años .Tagore fue quien lo llamó «Mahatma», traducido como Alma grande diciendo: «Es una gran alma en la ropa de un campesino». Ghandi por su parte le decí­a a Tagore: millones de seres que sufren piden un poema, un alimento que los fortalezca y tú se los das. El canto de Tagore sobre la Alegrí­a y el Servicio encajaba con el Mahatma : soñaba que la vida era alegrí­a, al despertar vi que la vida era servicio, serví­… y el servicio era alegrí­a».

Doctor Mario Castejón

Ghandi se nutrió de Thoreau, Emerson y Massini socialistas practicantes, no le llegaban los teóricos del socialismo y comprendí­a la importancia del capitalismo siempre y cuando no distorsionara la espiritualidad del ser. Amaba a Occidente, su vida en Inglaterra le habí­a hecho conocer ese otro mundo diferente al suyo, pero se oponí­a a su influencia sobre la India y también fustigaba los defectos de sus compatriotas. Ghandi creí­a como Tagore que la India se habí­a forjado sus propias cadenas, su esclavitud. Rechazaba el discurso de los polí­ticos sobre la libertad y decí­a que la libertad estaba en hacer del individuo un hombre libre interiormente y repetí­a lo escrito por Tagore: Prisionero quién te trajo esta irrompible cadena? fui yo -dijo el prisionero- el que forjó esta cadena. Ghandi repetí­a que la democracia era una consecuencia lógica de la libertad interior.

La base de la autonomí­a para la India estaba en su libro Hind Swarag (La Autonomí­a Hindú) que publicó en 1909. Si obramos en forma justa -repetí­a-la India se liberará con mayor rapidez, si generalizamos nuestro rechazo a los ingleses la autonomí­a se verá demorada. A los que argumentaban en favor de una India Imperial como el Japón, Ghandí­ les decí­a: «Ustedes quieren un gobierno ingles sin los ingleses, quieren el temperamento del tigre sin el tigre, quieren hacer inglesa a la India y ésa no es la autonomí­a, el Swarag que yo quiero». Le interesaba no la nacionalidad de los administradores si no su método y su moral. Ninguna profusión de discursos nos capacitará para la autonomí­a sólo podrá capacitarnos nuestra conducta .

La elevación de los pobladores de las aldeas era su primera lucha, la liberación del campesino de la miseria -decí­a- no podrá ser un regalo de una potencia extranjera, los campesinos tienen que ganársela primero siendo libres interiormente, cuando el pueblo consiga la libertad interior nadie podrá retenerlo en cautiverio. El Ashram de Ghandi, su refugio religioso era en Sabarmati un grupo de chozas dentro de un bosque flanqueado por un rí­o, los más grandes dirigentes de la India pasaron a su lado.

En 1916 se adoptó el pacto de Lucknow entre el Congreso Nacional Indio y la Liga Musulmana que constituí­a un tercio de la población buscando en conjunto reformas polí­ticas de su Majestad Británica. Ghandi habí­a apoyado el reclutamiento para el Ejército Británico durante la I Guerra Mundial y pasada la guerra la situación de trato no mejoró, la desconfianza desde la rebelión de los Cipayos en 1857 persistí­a. Se obtuvieron algunas mejoras pero Inglaterra no estaba dispuesta a conceder a la India la categorí­a de Dominio como lo tení­an Canadá, Australia y Nueva Zelanda siendo un socio del Imperio. Ghandi se propuso retomar el Satyagraha diciendo responderemos al mal con bien. Llamó al paro, un «Harthal» que al principio fue exitoso pero luego acarreó violencia y reconoció su equivocación. La violencia se recrudeció en 1919 un año después cuando tras los disturbios murieron tres destacados británicos y llegó la tragedia de Amrizar. En Jallianwalla Bagh soldados Gurkhas y Belluchis al mando del General Reginald Dyer masacraron con fuego de ametralladoras a una multitud que protestaba pací­ficamente, hicieron 1,650 disparos y hubo 379 muertos.

Ghandi repudió la masacre con una polí­tica de No Cooperación y Boicot a la vida Institucional Británica que representaba casi un Paro Nacional, su arma era el sacrificio, el ayuno y el trabajo esperando la forma y el momento de interactuar pací­ficamente con firmeza ante sus adversarios .La imagen de aquel pequeño hombre cada vez mas consumido pero sonriente, sin bienes materiales al lado de la rueca tejiendo se dio a conocer en el mundo, su nombre sonaba ya en Londres la Capital del Imperio.