El hombre desciende… pero no del mono


César Guzmán
cesarguzman@yahoo.com

Sucedió un dí­a en la selva que todos los animales se encontraban reunidos para discutir sobre lo que un cientí­fico acababa de publicar sobre cierta teorí­a según la cual, el hombre desciende del mono.

Y habí­an sido precisamente los monos quienes habí­an convocado aquella asamblea, la cual fue abierta por el simio más viejo que indignado dijo.

-Nuestra estirpe ha sido brutalmente insultada, hermanos, pues se dice que el hombre desciende de nosotros.-

-Es inaudito, dijo un enorme rinoceronte, ¿Pero cómo es posible que se atrevan hacer semejante afirmación? ¿Cuándo se ha visto que una mona abandone a sus hijos por irse con otro mono? ¿Y se ha visto alguna vez a un mono que se embriague hasta perder el sentido y la vergí¼enza?-

-Además, amigos, agregó un gorila, ¿Se ha sabido alguna vez de un mono que tome un arma y dispare con odio a un hermano por la espalda?-

En ese momento el imponente león, rey de la selva, dejó oí­r su tremenda voz para decir:

-Dejad que el hombre hable y que sueñe con ser como vosotros, pero si os diesen a escoger entre la razón de que presume el hombre y el instinto que os acompaña, preferid seguir actuando como ahora, pues entre vosotros jamás habrán guerras ni enemigos, crí­menes ni engaños. Porque, hermanos, el hombre efectivamente sí­ desciende, pero no del mono.

Ningún animal se rige por la razón.

A veces tampoco el hombre.