Los habitantes de un poblado para la cría de renos en el norte de Rusia sufren las consecuencias del cambio climático, que derritió los icebergs y les permite bañarse en un río tradicionalmente congelado, entre otras cuantas anomalías.
«Solíamos tener hielo en el río todo el año. El proceso de calentamiento se está acelerando», dice el preocupado jefe de la compañía estatal de renos de Kanchalan, Arkady Makhushkin.
«La salud de los renos está sufriendo. Su carne no es muy sabrosa», afirma, antes de explicar que los animales deben ser llevados a lugares más distantes para alimentarlos.
Mientras Makhushkin se interroga acerca de los efectos del incremento de las temperaturas sobre sus 32.000 renos, las preguntas también se suceden sobre los efectos globales del cambio climático en el norte de Rusia, desde la región de Chukotka en el este, donde se ubica Kanchalan, hasta Murmansk en el oeste.
En mayo, el presidente ruso Vladimir Putin efectuó un llamado de atención por lo que ocurre en el pasaje ártico que conecta el estrecho de Bering y el Atlántico norte, conocido como la Ruta del Mar del Norte, donde miles de kilómetros del circuito marítimo entre Europa y Asia podrían verse afectados.
En un discurso pronunciado en Murmansk, Putin instó a efectuar mayores esfuerzos en la región para asegurar los «intereses estratégicos, económicos, científicos y de defensa» de Rusia.
En Chukotka, el gobernador regional Roman Abramovich, magnate del petróleo y presidente del club de fútbol inglés Chelsea, expresó su apoyo simbólico a tales propósitos.
Abramovich auspició la búsqueda del barco Chelyuskin, que naufragó frente a la costa de Chukotka en 1933 mientras intentaba probar la viabilidad de la Ruta del Mar del Norte.
La administración pretende construir una estación nuclear flotante frente a la costa norte de Chukotka, como parte del esfuerzo por reanimar la región.
Además, el explorador y parlamentario Artur Chilingarov lidera una investigación del fondo marino del írtico, con el propósito de extender las demandas territoriales de Moscú y desarrollar nuevos depósitos de energía.
En cuanto a las perspectivas de la Ruta del Mar del Norte, Chilingarov comentó a la AFP: «Sólo Rusia puede hacerlo. Tenemos nuestros propios rompedores de hielo. Teníamos un sistema en la era soviética y debemos restaurarlo».
Un navegante británico, Adrian Flanagan, intentará dentro de poco la primera travesía en solitario a través de la Ruta del Mar del Norte.
Por otra parte, en Kanchalán, 70 km al noroeste de la capital regional de Anadyr, los profesores de una escuela local han culpado al cambio climático de algunas grietas que han aparecido en el edificio debido al derretimiento de la capa de hielo subterránea.
Y mientras Makhushkin se preocupa por sus renos, el derretimiento de los hielos está complicando a algunos cazadores.
El secretario de la Asociación de Cazadores de Mamíferos Marinos Tradicionales, Eduard Zdor, sostiene que las ballenas están inmigrando a aguas más heladas.
Además, los osos polares se han visto obligados a «desembarcar» en tierra firme luego de que su hábitat tradicional, los témpanos, se haya alejado unos 1.000 km al norte de Chukotka en el verano.
En los últimos cinco años, dos personas han muerto y otra resultó mutilada por osos polares, que desesperadamente se acercan a los poblados en busca de alimento.