«Imágenes siniestras son tus paisajes: los niños juegan a morirse primero. En su agonía se vive el ultraje de quien gobierna con veneno», Arturo Huizar, El Hambre.
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El hambre sigue siendo una cruda realidad en el mundo ya que a la fecha se reportan 852 millones de personas que padecen esta enfermedad, de las cuales 53 millones viven en América Latina: 5 millones 200 mil personas desnutridas en México y 3 millones 800 mil en Haití.
Las cifras «oficiales» exhibidas por el Gobierno guatemalteco el año pasado dieron cuenta que unas 400 mil familias están en riesgo de padecer inseguridad alimentaria y que el hambre se ha instalado en 15 de los 22 departamentos del país.
Sin embargo, el último sondeo que el Grupo de Investigación e Incidencia para la Seguridad Alimentaria y Nutricional (Giisan) hizo en Quetzaltenango denunció la pasividad, que desde los últimos informes oficiales, ha tenido el Estado para afrontar la crisis alimentaria.
La desnutrición infantil golpea ese departamento a espaldas de las instituciones y autoridades de gobierno, y ha cobrado la vida de cuatro niños, según los informes recabados.
De febrero a mayo fueron atendidos 62 niños y niñas con desnutrición en el Hospital Regional de Occidente, en Quetzaltenango; 12 de ellos presentaban cuadros de desnutrición aguda moderada, y 50, aguda severa.
Sin embargo, la Giisan concluyó que los casos encontrados durante el estudio no son certeros pues existe un subregistro de los casos de desnutrición que impide observar la crisis real de la desnutrición en Xelajú, y ese detalle es aplicable al resto de departamentos que son afectados con esta situación.
Según el recién emitido informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), titulado: «Progreso para la Infancia, Un balance sobre la nutrición», Cuba es el único país de América Latina y el Caribe que ha eliminado la desnutrición infantil, así que la existencia en el mundo «en desarrollo» de 146 millones de niños menores de cinco años bajos de peso, se alejan de la isla socialista.
El mundo occidental se ha encargado de alejar a Cuba de cualquier concepción racional de Estado, descalificando su sistema político, económico y democrático con aberrantes conceptos que se alejan completamente de la realidad de esa nación.
Así que para muchos de los desvelados opositores del sistema cubano no será válida la comparación del modelo de Estado que Cuba ha construido y a través del cual ha abordado los males sociales, como el hambre; con un sistema «democrático».
La política cubana ha permitido que tanto Unicef como la organización de Naciones Unidas para la Alimentación, reconozcan que la isla ha logrado que el 99 por ciento de los recién nacidos egresan de las maternidades con lactancia materna exclusiva; además que sus sistemas de distribución subsidiada de productos complementarios sea efectiva hasta que esos niños y niñas cumplen 13 años.
Todo lo anterior ha sido afrontado por Cuba a pesar de las dificultades y limitaciones que genera el bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos hace más de cuatro décadas.
El ejemplo cubano habla nos habla de replantear palabras como democracia, libertad, Estado y desarrollo; y también que para erradicar un fenómeno como el hambre hace falta no sólo identificarlo e ignorarlo por años, sino un cambio sustancial de políticas económicas y sociales desde el mismo Estado, que antes, debe ser recuperado.