El grave incremento del cambio climático


Gracias a mi compatriota Raquel, quien reside en Estados Unidos, logro mantenerme al dí­a lo más posible que pueda y aunque sea empí­ricamente acerca de los descubrimientos que constantemente alcanzan cientí­ficos que realizan su labor individual u organizaciones que efectúan trabajos colectivos en lo que se refiere al cambio climático, porque los medios impresos y electrónicos en Guatemala, salvo excepciones como el caso de La Hora, le conceden poca o nula  importancia a este fenómeno; y a sabiendas de que unos pocos pelones de mis contados lectores están interesados en el calentamiento de la Tierra y sus funestas consecuencias, y de ahí­ que no leen artí­culos referentes a este tema que consideran aburrido

Eduardo Villatoro
eduardo@villatoro.com

Pese a la indiferencia generalizada acerca del aumento de las emisiones de gases invernadero, que provoca, entre otros efectos, la degradación oceánica, no cejaré en mi empeño de intentar a contribuir a formar conciencia entre los que tienen la paciencia de leer mi columna, sobre los graves riegos que nos amenazan y cuyas consecuencias serán terribles para nuestros nietos y demás descendencia, si todos los gobiernos del mundo, los legisladores, las grandes corporaciones multinacionales, los empresarios en su totalidad y las personas de a pie, como usted y yo, no hacemos un esfuerzo para detener la contaminación de los rí­os, mares, lagos, ciudades y el medio ambiente en general.

Lo grave es que nuevas investigaciones cientí­ficas señalan que el cambio climático se desarrolla a un ritmo superior al previsto hasta ahora, según lo alertaron expertos reunidos la semana anterior en Roma en el foro de la Organización Global de Legisladores para el Equilibrio Ambiental (Globe), como lo indica un despacho de la agencia IPS noticias, firmado por Julio Godoy.

Alrededor de cien legisladores interesados en problemas ambientales se reunieron en la capital italiana, así­ como numerosos cientí­ficos y expertos,   provenientes de los paí­ses que pertenecen al Grupo de los Ocho (G-8), es decir, las naciones más poderosas del planeta: Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia, además de delegados de paí­ses en desarrollo que emiten más gases de efecto invernadero, como China, Brasil, India, México y Sudáfrica.

Legisladores, cientí­ficos y expertos coinciden en que los niveles del mar están aumentando 50% más rápidamente de lo esperado, y si la humanidad no frena el cambio climático en el futuro inmediato los niveles se elevarán por lo menos un metro el año próximo, con lo que se agravarán las catastróficas consecuencias ya pronosticadas para los asentamientos humanos a lo largo de las costas, especialmente en los paí­ses subdesarrollados, incluyendo las de Guatemala, por supuesto.

Como suele ocurrir con otros problemas colectivos, los más pobres del mundo son las principales ví­ctimas de la degradación ambiental, asociada con el cambio climático y el agotamiento de los recursos naturales que ejerce el modelo económico actual, aún basado en las secuelas del neoliberalismo, de manera que entre 3 mil y 4 mil millones de personas sobreviven en la pobreza, la vulnerabilidad y degradación ambiental.

   El economista norteamericano Colin Bradford instó a los gobiernos a recuperar a sus economí­as de las corrientes neoliberales, bajo cuyos preceptos la Economí­a dejó de ser una ciencia social y se convirtió en prisionera de los ideólogos del libre mercado a ultranza que impactó negativamente sobre el cambio climático, y de ahí­ que recomienda a los gobiernos liberarse de la prisión de los mentores del neoliberalismo y comenzar a confiar en su propia inteligencia y análisis para manejar correctamente la crisis económica, social y ambiental.

   (Refiriéndose a mi articulejo del lunes 22, el ambientalista Romualdo Tishudo cita a Samuel Johnson: -El momento más feliz en la vida de un hombre, es el que pasa en la cama después de despertar).