El gran perdedor en este proceso


Al hacer recuento de lo ocurrido durante la elección de magistrados de la Corte Suprema de Justicia y de la Corte de Apelaciones, tiene que decirse que aparte de los directamente señalados por la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala, el gran perdedor fue el presidente ílvaro Colom y su partido, puesto que quedaron en evidencia porque demostraron que ven como lo más normal del mundo negociar con los poderes ocultos que desde hace años vienen mangoneando la institucionalidad en Guatemala para asegurar la persistencia de la impunidad.

Oscar Clemente Marroquí­n
ocmarroq@lahora.com.gt

Aún y cuando el doctor Castresana no mencionó a la cuñada del Presidente ni al diputado Fajardo como operadores polí­ticos en la negociación que se realizó durante muchos meses para garantizar la integración de Cortes ad hoc para mantener la impunidad, el licenciado López Villatoro se encargó de hacerlo público cuando dijo que él habí­a negociado directamente con la señora Gloria Torres y con el diputado que alcanzó celebridad cuando se encargó de dar su voto en contra a la creación de la CICIG en la pasada legislatura.

Pero poco a poco se ha ido reconstruyendo el papel del gobierno, puesto que se ha recordado que el mismo presidente descalificó el trabajo de Nineth Montenegro con la propuesta de una ley reguladora de las Comisiones de Postulación y hasta se burló de ella diciendo que la ley no tení­a dientes. Tanto él como el diputado Alejos hicieron ver que no aprobarí­an esa iniciativa de ley que pretendí­a, básicamente, dar transparencia al proceso de selección. De no haber mediado la presión ciudadana tras el asesinato de Rodrigo Rosenberg, seguramente que esa iniciativa no se hubiera convertido en ley.

Y si con todo y la ley Montenegro, los comisionados en las postuladoras terminaron burlándose de todos e incluyeron en las listas a los personajes tachados por su actitud de compromiso con los poderes ocultos, imaginemos qué hubiera pasado si no existe la ley y no se da el acompañamiento de distintos sectores de la sociedad. La CICIG supuso que con la ley y la vigilancia serí­a suficiente para transparentar el proceso, pero no tomó en cuenta el cinismo que priva entre quienes actúan con la insolencia del poder real y de quienes negocian con ellos para asegurarse algunas ventajas. Entre ellos muchos que navegan como niños vestidos de primera comunión y que desde hace años vienen siendo puntales de las decisiones más nocivas para la institucionalidad en el paí­s.

Las desafortunadas declaraciones de Colom durante y después de la elección en el Congreso demostraron que no era simplemente una manipulación de su familia polí­tica sino que él era parte también de la jugada. Para quienes creí­an en Colom fue sorprendente verlo apuntalar en la forma en que lo hizo un proceso de evidente negociación con los grupos que más daño le han hecho a Guatemala.

En nuestro paí­s todo se olvida, pero ha sido bien documentado el papel que jugó en este momento crucial el partido de gobierno y su lí­der, el presidente Colom, quien acompañado de su familia polí­tica no tuvo empacho en tomar partido por aquellos sectores que fueron repudiados por la sociedad. Cierto que no fue un enfrentamiento con la masa, con el pueblo, pero sí­ con los sectores que se decidieron a luchar contra la impunidad en el paí­s.