No deja de tener razón el presidente Colom cuando califica de nefasto el gobierno de í“scar Berger, -aunque quizás el calificativo no sea apropiado. Es obvio que el grupo empresarial lo llevó al poder a troche y moche después de la merecida satanización de Alfonso Portillo. Pero Berger nunca supo porqué estaba sentado en el poder, aunque sí para quién. Su falta de conocimiento y visión del Estado y de la Nación hizo que su mandato, como dijo un columnista (La Hora 3/VII/07), haya sido incoloro, inodoro e insípido. Su lenguaje político era pobrísimo y sus resbalones constantes, de los que se encargaba el Vicepresidente; incluso se le aconsejaba que no hablara. El mote de bonachón que le asignaban los medios de comunicación, no era sino el reflejo de su supina ignorancia en materia política. Es triste decirlo, pero no dejó nada, salvo más pobreza y una terrible criminalidad; haciendo del Estado un Estado fallido.