El primer ministro de Irak amenazó el miércoles con llamar a elecciones anticipadas, que podrían reforzar su control del poder, si las facciones políticas del país no logran romper un impasse que ha paralizado a todos el gobierno.
El gambito del primer ministro Nuri al-Maliki es el más reciente de una crisis política de varios meses, en la cual chiíes, suníes y curdos por igual piden la renuncia del funcionario.
El estancamiento también ha alimentado temores de un posible brote de violencia de los insurgentes, que tratan de aprovechar el caos. El miércoles hubo ataques en Bagdad contra un clérigo chií y una persona que lucha contra la milicia de al-Qaida, que mataron por lo menos a 11 personas.
Al-Maliki, un chií, dijo que el persistente rechazo de sus adversarios políticos para negociar una solución al callejón sin salida no le han dejado otra opción más que llamar a una nueva elección. No mencionó fechas.
«Cuando la otra parte se niega a sentarse a la mesa de negociaciones e insiste en la política de alimentar las crisis … entonces el primer ministro se ve obligado a convocar elecciones anticipadas, en las que el pueblo iraquí tendrá la última palabra» dijo al-Maliki en un comunicado publicado en su cibersitio oficial.
La amenaza de Al-Maliki de celebrar elecciones adelantadas surge en respuesta a meses de demandas de suníes, curdos y algunos líderes chiíes para que renuncie, alegando que han sido marginados del poder.
No está claro si tienen una voluntad política o un consenso suficiente en el Parlamento como para expulsar a al-Maliki a través de una moción de censura.
El influyente clérigo chií Muqtada al-Sadr, quien es antiestadounidense, se unió esta semana a los opositores de al-Maliki para pedir su renuncia.
Al responder con una amenaza de llamar a elecciones anticipadas, al-Maliki apuesta a que su apoyo popular en todo el país le permitirá tener una victoria clara que le asegure una autoridad ejecutiva indiscutible.