El genio de Herbert Von Karajan (I)


En la columna Temas musicales de hoy, entraremos al mundo de ese genial director de orquesta que es Herbert von Karajan, y que en este año se conmemoran cien años de su nacimiento y como un homenaje a Casiopea, cuyo sonido único se convierte en cascada de miel, esposa dorada, quien es barco desempeñado en mi corazón ardiente y a quien ciño la cintura en la plenitud del alba.

Celso Lara

En sus comienzos Karajan era el menor de los dos hijos del doctor Ernest von Karajan y su esposa, Martha Kosmac von Karajan, de ascendencia eslava. Fue bautizado con el nombre de Heribert, pero luego suprimió la i. Sus antecesores paternos se remontan a un greco-macedonio llamado Georg Johann Karannis, que inició la industria textil en Sacasen, una provincia alemana. Fue él quien abrevió el nombre familiar. Su hijo Theodore, abuelo de Karajan, era profesor de filologí­a alemana antigua en la universidad de Viena. Era también bibliotecario y luego se convirtió en decano.

Ernest Karajan era músico y también actor. La sociedad vienesa se interesaba profundamente por la música, la literatura y el arte. Mi padre, decí­a el gran director, tocaba el piano y el clarinete. Por las noches la gente se reuní­a en pequeños grupos y hací­an música. En nuestra casa habí­a dos pianos. Por lo menos, dos veces por semana habí­a veladas musicales. Naturalmente en ese tiempo no habí­a discos ni televisión. La única música era la música en vivo.

Más adelante el Maestro señala: No tuve una vida familiar muy satisfactoria. Mi padre no sabí­a comunicarse con la gente joven. No participaba de nuestros intereses. Los padres de mi amigo eran diferentes. Poseí­an un automóvil. Mi padre no, salí­amos con el padre de mi amigo y mi padre se quedaba a solas. Ello me impulsó a estar junto a mis hijos todo el tiempo posible.

Karajan tomó lecciones durante dos años, y progresó lo suficiente como para ejecutar el piano en público, en un concierto benéfico, a los cinco años. Lo recuerda bien: no llegaba a los pedales, pero no estaba nervioso.

Cuando comenzó la Primera Guerra Mundial, los Karajan enviaron a sus hijos a vivir con su tí­a en Steiermark, una zona montañosa que se encuentra al sudeste de Salzburgo. Cuando se tuvo la seguridad de que Salzburgo no se verí­a afectada por la guerra regresaron a su hogar y prosiguieron con sus estudios.

Herbert comenzó a tomar lecciones con el conocido maestro Franz Ledwinka. En el recientemente inaugurado Mozarteum de Salzburgo.

Karajan fue considerado como un pianista con futuro Estudiaba el piano seis horas diarias. Ya que siempre tuvo una fuerte inclinación a aprender y adquirir nuevas habilidades. Si no hubiera sido por la música, Barajan se hubiera propuesto aprender ruso o cualquier otra cosa.

Quienes conocieron al maestro siempre le escucharon decir: La gente dice que uno es un prodigio. Quizá, pero no lo percibí­. Estaba tan absorbido en lo que hací­a, que me olvidaba de todo. Poseo la capacidad de concentrarme en lo que deseo hacer y olvidarme del resto.