Los líderes de los ocho países más industrializados (G8), reunidos en Huntsville en Canadá, prevén discutir el sábado otros temas de primer orden mundial como la crisis iraní y norcoreana, además de la economía.
«Las discusiones se centrarán sobre la paz y la seguridad» y los jefes de Estado y de gobierno debatirán sobre «Irán y Corea del Norte», dijo un funcionario estadounidense bajo condición de anonimato.
«Vamos a hablar acerca de la proliferación nuclear, de Afganistán y Pakistán, la cuestión de los Estados frágiles, vulnerables, y de terrorismo, por lo que puede haber una declaración», señaló un diplomático occidental.
Sobre Irán, Rusia espera reiterar sus críticas a las nuevas sanciones adoptadas unilateralmente por Estados Unidos y Europa después de la laboriosa preparación de nuevas medidas por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.
Para lograr el respaldo de China y Rusia, las potencias debieron reducir sus pretensiones con respecto a las sanciones planteadas al inicio.
Irán está bajo sospecha de querer adquirir armas nucleares bajo la fachada de un programa civil, lo que Teherán niega.
Corea del Norte, con el que las tensiones se han intensificado en los últimos meses, sería el segundo tema de importancia en la agenda.
El viernes, Estados Unidos previno a Pyongyang de realizar «actos que exacerben las tensiones» en la península, después de especulaciones sobre nuevo lanzamiento de nuevos misiles de corto alcance.
«Corea del Norte debe abstenerse de actuar para exacerbar las tensiones» y «evitar nuevas provocaciones», dijo Philip Crowley, portavoz de la diplomacia estadounidense.
Corea del Norte anunció la prohibición por nueve días de la navegación en una parte de su costa occidental, lo que levantó sospechas acerca de la posibilidad de que realice ensayos de artillería o de misiles de corto alcance.
Otros de los temas que serán discutidos serán los conflictos de Afganistán y el Oriente Medio, donde el proceso de paz sigue estancado.
El viernes, el primer ministro británico, David Cameron planteó el retorno en los próximos cinco años de los 10.000 soldados británicos enviados a Afganistán, pero sin dar a conocer un cronograma.
«No podemos permanecer allí cinco años más, son ya nueve años los que estamos», allí, argumentó David Cameron.
Estados Unidos, que relevaron a su comandante en la región por sus críticas a la orientación política estadounidense, saludó con frialdad el anuncio.
La intervención militar internacional – con 142.000 efectivos- es cada vez más difícil de defender ante la opinión pública opuesta a mantener tropas en este país sin la perspectiva de un final del conflicto con los talibanes.
Con alrededor de 80 soldados muertos, junio es ya el mes más mortífero en ocho años y medio de guerra para las fuerzas de Estados Unidos y de la OTAN.