El G8 celebra su cumbre en Japón


Las banderas de las ocho naciones participantes se han instalado en el edificio en donde será la convención de la G8 en Japón.

Los lí­deres de las ocho potencias más industrializadas del planeta se reunirán de lunes a miércoles en Toyako, en el norte de Japón, en momentos en que el shock petrolero, la inflación alimentaria y la crisis mundial de crédito amenazan su estabilidad económica y social.


Japón, que preside este año el club de las grandes potencias, desea hacer del calentamiento climático y del desarrollo de ífrica los temas centrales de la cumbre de Toyako, a la cual invitó la cifra récord de 14 paí­ses ajenos al club, entre ellos Brasil y México, así­ como a cinco organizaciones internacionales.

Pero las cuestiones económicas corren el riesgo de ocupar gran parte de las conversaciones de los jefes de Estado y de Gobierno del G8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia, a los cuales se agrega la Comisión Europea), que estarán recluidos tres dí­as en un aislado hotel de lujo, en medio de un deslumbrante paisaje volcánico.

Los ocho concluyeron su última cumbre en Heiligendamm (Alemania) en julio del año pasado con la certeza de que «la economí­a mundial está en buena forma».

Pero un mes más tarde, se desató la tormenta de los créditos hipotecarios de riesgo en Estados Unidos («subprime»), que dio inicio a la debacle de las plazas financieras mundiales.

Doce meses después de la cumbre del G8 en Alemania, el precio del petróleo se ha duplicado, el dólar ha caí­do vertiginosamente, la recesión amenaza a Estados Unidos, la inflación se ha disparado y el sistema financiero mundial atraviesa una de las peores crisis de su historia, lo cual obligará al G8 a revisar de urgencia su diagnóstico.

«Los precios del petróleo y la alimentación serán un pilar de las discusiones porque este tema está degenerando en una verdadera crisis, sobre todo en los paí­ses pobres», predijo Kazuhiko Yano, economista del instituto de investigación Mizuho en Tokio.

Para John Kirton, director del grupo de estudios sobre el G8 de la Universidad de Toronto, los ocho podrí­an concentrarse en el problema del petróleo caro lanzando un triple llamado.

«Primero: eliminemos los subsidios a los combustibles. Segundo: suprimamos los controles de los precios y dejemos actuar al mercado. Tercero: digamos sí­ a la energí­a nuclear. Pero para esta última cuestión será necesario que la canciller íngela Merkel renuncie al veto de Alemania», predijo.

Según la prensa japonesa, el G8 implementará un grupo de trabajo para luchar contra la crisis alimentaria. Este comité examinará sobre todo la posibilidad de levantar las restricciones a las exportaciones que impiden a los paí­ses ricos revender a los paí­ses necesitados sus stocks de alimentos excedentarios.

La sesión de trabajo del G8 tendrá lugar el martes. La jornada anterior estará consagrada a una reunión entre el G8, sus invitados africanos (Sudáfrica, Argelia, Etiopí­a, Ghana, Nigeria, Senegal, Tanzania y la Unión Africana), la ONU y el Banco Mundial.

La cumbre terminará el miércoles, un dí­a dedicado a las discusiones sobre medio ambiente, que comenzará con una reunión del G8 con Brasil, Corea del Sur, China, India, México y Sudáfrica, y terminará con una sesión de trabajo de las 16 «grandes economí­as mundiales» (las precedentes más Australia e Indonesia, a las cuales se sumarán la ONU, el BM y la Agencia Internacional de Energí­a).

El comunicado final de la primera cumbre del G8 en 1975 sólo contaba con 15 párrafos sobrios. El de la última cumbre de Heiligendamm llenaba ocho páginas y trataba más de una veintena de temas diplomáticos y económicos. El de Toyako seguirí­a la tendencia inflacionista.

«Como durante las cumbres anteriores, el programa estará muy cargado y el comunicado final se parecerá a un árbol de Navidad», pronosticó Andrew F. Cooper, especialista del G8 en la Universidad de Waterloo (Ontario, Canadá).

El dossier nuclear norcoreano, la situación polí­tica en Zimbabue y en Birmania y la seguridad en Afganistán figuran entre los temas que probablemente serán abordados por el G8.

Protesta


Miles de manifestantes antiglobalización se disponen a viajar a Japón para protestar contra la cumbre del Grupo de los Ocho paí­ses más industrializados (G8), pero gritar a los lí­deres mundiales desde la otra orilla de un lago solitario es lo máximo que podrán hacer.

Militantes japoneses y extranjeros se darán cita en la isla septentrional de Hokkaido para intentar manifestarse, aunque su camino estará sembrado de policí­as.

Los jefes de Estado y de Gobierno del G8 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) celebrarán su reunión del 7 al 9 de julio en un lujoso hotel en Toyako, a orillas de un lago volcánico, en la isla de Hokkaido (norte de Japón).

«Gritaremos desde el otro lado del lago», advirtió Kiyokazu Shinbo, uno de los organizadores de la contracumbre. «Pero nos podrí­an obligar rápidamente a dispersarnos si la policí­a se acerca para controlar nuestras actividades», explicó.

Enfrentamientos a veces violentos entre policí­as y manifestantes se produjeron al margen de numerosas cumbres del G8. Un joven antiglobalización murió en la cumbre del G8 de Génova (Italia) en 2001.

En 2007, un buen millar de contestatarios fue detenido durante la cumbre de Heiligendamm, en Alemania, según la Asociación de Abogados Europeos Democráticos.

Japón espera manifestaciones de menor alcance, al menos debido a la distancia que separa el archipiélago de Europa o de América del Norte, de donde llegan muchos activistas.

Preocupadas, las autoridades japonesas desplegaron impresionantes escuadrones de policí­as, unos 21 mil agentes en Tokio y una cantidad similar en Hokkaido.

El gobierno también intentó canalizar la protesta, permitiendo que los manifestantes antiglobalización puedan acampar cerca el lago.

«Esperamos un millar de militantes de izquierda y de ONG»s», estimó Hiroya Kashiyama, responsable de autoridades locales encargadas de controlar la protesta.

«Hemos decidido dejarles instalar en tres lugares para evitar cualquier desorden y violencia», precisó.

Claro que la fuerte presencia policial y los minuciosos controles en la frontera sorprenderá hasta los militantes más aguerridos en protestas en el mundo entero.

«He sido interrogado cuatro horas en la aduana. La policí­a me sigue en la calle (…) Es una paranoia», exclama irritada Susan George, presidente de honor de la rama francesa del movimiento antiglobalización ATTAC, que a sus 74 años se sorprende de ser vista como una amenaza.

Según la asociación G8 Media Network, al menos 18 periodistas independientes o militantes fueron interrogados o detenidos durante varias horas en los aeropuertos nipones en los últimos dí­as. Inclusive, a dos surcoreanos les prohibieron ingresar en territorio japonés.

George, que se declaró «hostil a cualquier tipo de violencia», opinó que «la burocracia japonesa conoce muy mal la realidad de los movimientos sociales y está convencida de que terroristas atacarán la cumbre» del G8.

Una manifestación de 2.300 personas tuvo lugar el pasado domingo en Tokio, pidiendo unidad a los trabajadores frente al G8 y a la guerra.

Unos 300 militantes de izquierda y sindicalistas se reunirán en Sapporo, capital de Hokkaido, después de otros foros celebrados en Tokio y Kioto, con el objetivo de «concientizar de los peligros de la globalización».

«De aquí­ a 2011, una pequeña decena de millones de personas tendrán 50 billones de dólares en colocaciones fuera del alcance del fisco», añadió George, citando un estudio del banco Merrill Lynch.

«Los Estados deben despertarse y volver a jugar su papel en la redistribución» del ingreso, insistió la militante antiglobalización.